Martín
de Dumio era panonio, es decir, de la provincia romana de la Panonia, actual
Hungría. Un buen día, Martín se vino para Gallaecia que por aquel entonces era
el reino de los suevos, la Suevia de Pondal. No tenía fama de ser una región
muy culta, antes bien al contrario, era tenida como una región casi analfabeta
(o sin el casi) tal y como nos dice Braulio de Zaragoza, coetáneo y amigo de
San Isidoro de Sevilla.: En el lejano oeste hay un estado analfabeto donde
no se siente nada salvo los vientos de tormenta. Lo cierto es que Martín se vino para la capital de aquel reino,
Braccara Augusta, y allí se propuso evangelizar a aquellos habitantes que daban
culto a las piedras y a los ríos y que nombraban los días con nombres de dioses
paganos. Para esa labor, escribió De correctione rusticorum y aquella
región empezó a escuchar algo más que vientos de tormenta según la muy
exagerada opinión de don Braulio. Como curiosidad, en Portugal los días de la
semana se cuentan por feiras pues en la Iglesia la misa es de feria o es
de festivo, pero en el resto del mundo romance seguimos con los días dedicados
a la Luna, a Marte o al mismísimo Júpiter. Pero no pensemos por eso que Martín
fracasó: ni mucho menos pues consiguió que el rey Teodomiro abjurase del
arrianismo y, en el primer Concilio de Braga, consigue que se condene al
priscilianismo, esa doctrina contra la que también luchó Santo Toribio de Liébana.
En Galicia, los paisanos, pese a las prédicas del panonio, han seguido creyendo
nas fontes e nos ríos, más o menos hasta el día de hoy. No sé si os ha
interesado esta, como siempre, humildísima entrada, pero era necesario hablar
de Martín de Dumio cuando ayer fue su fiesta y se merecía el santo panonio este
pequeño homenaje.
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