Francisco
Bugalho fue un poeta portugués de Oporto que murió muy joven, con tan sólo cuarenta
y cuatro años. Trabajó durante toda su vida en Castelo de Vide, un pueblecito
del Alentejo, como conservador do registo predial, algo así como un registrador
de la propiedad. Aunque falleció casi cuando un poeta comienza a estar maduro,
Bugalho nos ha dejado un ramalhete de
poemas que son de gran belleza y en los que le paisaje toma voz para llegarnos
a los más profundo del corazón. También me lo descubrió Pedro de Lorenzo y hace
unos meses os hablaba del otro gran poeta portugués que me descubrió este buen
escritor extremeño enamorado, como un
servidor, del país vecino. Os he seleccionado tres poemas y, aunque ya he dicho
muchas veces que me he cortado la coleta,
os traduzco los tres como sé y puedo.
NOITE
Na noite
negra, pérfida e calada,
alguém
passa a cantar à minha porta;
é una voz estridente,
desgarrada
que assim
se vai perdendo pela estrada
e em que há
todo o pavor da noite morta.
Um arrepio
dessa voz, que tem
um medo
heróico à própia solidão,
comunica-se
e vem
fazer
tremer involuntàriamente,
sobre o livro
que leio, a minha mão.
Depois
vai-se fundindo, en sons dispersos,
na noite
surda, pérfida e calada…
Foi do
pavor de seguir só na estrada
que
nasceram também estes meus versos.
NOCHE
En la noche
negra, pérfida y callada,
alguien
pasa cantando por mi puerta;
es una voz
estridente, desgarrada
que se va
perdiendo así por el camino
y que tiene
todo el terror de la noche muerta.
Un
escalofrío de esa voz, que tiene
un miedo
heroico a la propia soledad,
se comunica
y viene
a hacer
temblar involuntariamente,
sobre el
libro que leo, mi mano.
Después se
va fundiendo, en dispersos sonidos,
en la noche
sorda, pérfida y callada…
Fue del
miedo por seguir solo en el camino
del que
nacieron también estos versos míos.
Passa-se um
dia e outro dia
à espera
que passe a dor,
e a dor não
passa, e porfia
porque traz
dia, outro dia
que traz
dora inda maior;
Porque
embora a dor aflita
calasse há
muito seus ais,
ainda,
fundo, palpita
uma outra
dor que não grita:
a dor do
que não doi mais.
Se pasa un
día y otro día
esperando
que se pase el dolor
y el dolor
no se pasa y porfía
porque tras
un día hay otro día
que trae un
dolor aún mayor.
Porque
aunque el afligido dolor
silenciara
hace mucho su llorar
aún, hondo,
palpita
otro dolor
que no grita:
el dolor
que no duele jamás.
CAVALGADA
Parti pela
manhã, quando inda havia
na bruma
enovelada nas quebradas,
un estranho
e vago olor de maresía;
e pastavam
tranquilas, as boiadas.
A passo,
resfolegando, o meu cavalo,
de
frementes narinas dilatadas,
sente, no
vento, aromas a excitá- lo;
dá-lhe o
cheiro das éguas nas tapadas.
-E as
crinas são bandeiras desfraldadas
e o som da
minha voz é pra acalmá-lo.-
Elástica,
sonora, vai batendo
a cadência
do passo. E argentino
o olival,
na luz amanhecendo,
é fresco,
virginal e cristalino.
Quisera ir
eu assim até à Morte,
tal qual me
sinto agora rude e forte,
senhor do
meu Destino.
CABALGADA
Partí por
la mañana cuando aún había
en la bruma
ovillada en las quebradas
un extraño
y vago olor de maresia[i]
y pastaban , tranquilas, las boyadas.
Al paso, respirando,
mi caballo
con
temblorosos ollares dilatados
siente en
el viento aromas que lo excitan;
el olor le
da de las yeguas del cercado.
Y las
crines son banderas desplegadas
y está el
sonido de mi voz para calmarlo.
Elástica, sonora,
va golpeando
la cadencia
del paso. Y argentino
el olivar
en la luz amaneciendo
es fresco
virginal y cristalino.
Quisiera ir
yo así hasta la muerte
tal como me
siento ahora rudo y fuerte,
señor de mi
Destino.
[i] Maresia
es una palabra portuguesa que, como saudade, es imposible de traducir al
castellano. O cheiro à maresia es el
olor del mar, especialmente en la marea baja. Recordad ese olor que el mar nos
regala para que sepamos de su
presencia, aunque aún no nos hayamos
llegado hasta él, y sabréis lo que es la
maresia.
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