Penélope y Ulises son el modelo
de pareja fiel y bien avenida. Sin embargo también tuvieron sus “cositas” y es
necesario hablar de ellas porque ni Penélope es esa chica que esperaba “en la estación
con sus zapatitos de tacón y su vestido de domingo” como cantaba Serrat , ni
Odiseo fue un esposo casto que no conoció más lecho que el de Penélope. Ya lo
dice el refrán gallego: “Carallo tieso no cree en Dios” (con perdón). Vamos
pues a tratar aquí de las infidelidades de uno y otro tal y como se recogen en
la Biblioteca Mitológica de Apolodoro.
Lo
primero que tenemos que decir es que la estancia de Odiseo con Circe no fue una
estancia casta, sino que tuvieron su himeneo ( o los que fueran) fruto de los
cuales nació Telégono.
Por
lo que respecta a Penélope, hay diversas leyendas que no la dejan en buen
lugar:
La
primera es la que cuenta que Odiseo culpó a Penélope de que ella misma había
atraído a los pretendientes a Ítaca y la repudió marchándose a Esparta y luego
a Mantinea en donde murió y en donde fue enterrado.
La
segunda nos cuenta cómo Helena fue seducida por Antínoo, uno de los
pretendientes, y Odiseo la envió con su padre Icario que no está mal recordar
que era hermano de Tindáreo y que, por tanto, Helena y Penélope eran primas
carnales. Penélope fue seducida por Hermes y fue madre de Pan.
La
tercera nos cuenta cómo fue seducida por Anfínomo. Este fue un pretendiente
“bueno” al que Odiseo pensaba dejar marchar, pero no así lo pensaba Atenea que
le ordenó que lo matara. Es decir, que quizás Odiseo aprovechó la orden de Atenea
para vengar su honra mancillada.
Pero
vamos ahora a ver un curioso final de la Odisea.
Odiseo
se va a hacer unos sacrificios que Tiresias, en el canto XI de la Odisea, le
había encomendado. Se toma su tiempo y se acaba casando con la reina Calídice.
A su muerte, Odiseo regresa a Ítaca y allí se encuentra con que Penélope había
tenido un hijo antes de su partida a Tesprotia. Ese hijo que tuvieron Odiseo y
Penélope tras el regreso fue Poliportes. Como Penélope no se enteró de la
infidelidad de Odiseo con Calídice – tampoco se había enterado de la que tuvo
con Circe, pero ya se enterará como veremos más adelante-, vivieron felices
hasta que llega a Ítaca el hijo que Odiseo había tenido con Circe, Telégono y
estropea la felicidad. El hijo desembarca y, por un quítame allí esas pajas,
mata a su padre sin saber que lo era pues no le había llegado a conocer. Cuando
el muchacho se entera de lo que ha hecho, coge el cadáver de su padre y a Penélope
y se va junto a su madre Circe. Allí montan un curioso lío de parejas pues
Telégono se casa con su madrastra Penélope y Circe hace lo propio con su hijastro
Telémaco premiando con la inmortalidad a Pe nélope y a Telémaco.
En
fin, como veis también había líos conyugales ( ¡y de qué calado!) entre los
griegos en las epopeyas homéricas. Ante estos “cruces de parejas” si que
hubiera exclamado con toda razón Micheleen Flynn, el de El hombre tranquilo” de John Ford, aquellas famosas palabras: “¡Homérico!”
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