A Filipa
Leal, la poetisa de Oporto, la conocí en unos de aquellos pedidos que yo hacía
a la Livraria Portugal, en la Rua do Carmo, y que, por desgracia, cerró hace ya
unos años. Estuve una vez en ella (hacía un calor espantoso que intentaban
aliviar con un ventilador) y, pese a que me habían enviado muchos pedidos, la
revelación de mi nombre no les causó ninguna sensación. Comenzaba a convertirme
en el hombre invisible que soy a día de hoy. Pues bien, a lo que iba: en uno de
aquellos pedidos venía un libro de una poetisa joven que me puse a traducir y
cuya traducción terminó en mi carpeta o en los hondones del ordenador esperando
mejor ocasión. Sin embargo, el destino me guardaba una sorpresa y allá por mayo de 2008 o 2009, en la Feria del libro de
Valladolid, que por aquellos años se montaba en el Campo Grande, en la carpa dedicada
a literatura portuguesa, João de Melo y Filipa Leal estaban hablando de poesía
en Portugal. Yo me había acercado avisado por el primero, hasta aquella carpa y,
cuando de Melo me presentó a Filipa, yo le dije que había traducido su libro A cidade liquida y la poetisa se quedó a
cuadros, se fumó un Português y me dijo que saliéramos a la avenida central del
Campo Grande en donde estuvimos hablando un buen rato. Cuando acabé la
traducción y me la publicó Paco en su Sequitur, hoy devenida Casimiro, le envié
un ejemplar y le gustó.
Este
año, al pasar por Oporto y visitar su FNAC, compré su libro Vem a Quinta-Feira y, después de leerlo,
veo en ella una poeta más madura que aquella que traduje hace nueve años. Yo ya
me he cortado la coleta en lo referente a traducciones porque harto tengo con
lo mío, pero os recomiendo su lectura. Y si Filipa lee este humilde blog, vaya
mi saludo para ella desde los más profundo de Castilla, allí en donde vienen a morir
las arias de Haendel según dijo el maestro don Antonio Colinas.
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