La
poesía de Muñoz Rojas es la poesía de un andaluz del campo, de un hombre que
vivía cada atardecer, cada madrugada, cada mediodía en esa tierra irrepetible.
A don Dámaso Alonso le gustaba mucho ese libro prodigioso que se titula Las cosas del campo. Muñoz Rojas era de
Antequera y vivió cien años que le hicieron ver casi todo el siglo XX plagado
de “ismos” y de escuelas. Trabajó en el banco UrquiJo, pero su alma estaba en
el campo porque quizás en la ausencia es donde es más viva la presencia. Además
de recomendaros la lectura de Las cosas
del campo que se publicó en Málaga, en 1951, en una editorial que lleva por
hermoso nombre El Arroyo de los Ángeles, os recomiendo la lectura de sus Cantos a Rosa de cuyo contenido os copio
un poema:
XVII
Le dije: ven aquí. Te quiero, Rosa.
Mira los tilos, mira las gayombas
volcándose en el aire. Tú no sabes
lo que siente cuando se derrama
un tilo en las espaldas. Quien no tenga
una mano al alcance cuando cae
dulce y lenta la lluvia de los tilos,
perecerá. Entonces ella dijo:
¿Qué sabes tú de muerte, ni dulzura?
Por cierto, como en estos tiempos hay
que explicarlo todo, hasta lo evidente, aviso de que las gayombas son unos
arbustos emparentados con las retamas (papilionáceas) cuyas flores, tal y como
explica a las mil maravillas el nombre latino, tienen forma de mariposas que en
latín se dice papilio, -onis.
Decía esto no vaya a ser que alguno confunda
las gayombas con los gayumbos y acabe el poema como el rosario de la aurora con
Muñoz Rojas diciéndole a su Rosa del alma que le mire los gayumbos volcándose
en el aire.
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