Que después de tantos años con este
blog no le hubiera dedicado una entrada a don Vicente Núñez, el gran poeta de
Aguilar de la Frontera es un pecado de muy difícil expiación. Es don Vicente
uno de mis poetas favoritos como ya he dicho en varias ocasiones y lo es en
paridad con los otros componentes del grupo Cántico. Vicente era un poeta de
exquisita sensibilidad andaluza en cuyos endecasílabos iba dejando caer su alma
cordobesa. No merece que, con mi prosa de baratillo, os quiera describir lo
indescriptible. Que mejor que quedaros con su voz poética:
De
nuevo aquí me tienes, oscuro mar, de nuevo.
Y
es lo mismo esta pena que esos tristes navíos
cuyas
velas entonan una amarga balada,
igual
que esos esquifes en donde acaso boga
la
rama de sus ojos , verdes como las viñas. (…)
Adoré
el pueblo roto, como a un viejo guerrero
que
agonizara lejos de su patria; tu pueblo
húmedo
y triste siempre, de iglesias solitarias,
de
sórdidos casinos de gas parpadeante,
de
parrizas oscuras, de huertos y atalayas
a
donde tú subías y estudiabas a veces. (…)
Una
vez más la tarde me condena al escaño
desde
donde la vida sin rozarme transcurre.
Has
pasado y te quiero. La plaza del Obispo
llena
está de un enjambre de vencejos oscuros. (…)
Hay
una fuente en medio de la plaza que ciñen
ondulantes
cadenas y airosos marmolillos;
y
en el amargo atajo del recuerdo parece
que
esa garganta es mía, como es mío su lloro. (…)
Así
mueren las tardes. Y el último pestillo
ruidosamente
cierra los últimos adioses.
El
palacio obispal se enciende como un himno
sagrado
que elevara, palpitante, su hoguera.
¿Me
amas? Sí; y pasas. Pero el viejo sollozo
de
la vida me aguarda hasta el final de la noche,
y
temo que al seguirte encontrara mis manos
perdidas
en el hondo tesoro de las tuyas.
Los días
terrestres. VIcente Núñez
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