viernes, 30 de julio de 2021

UNA MUJER DE BANDERA O LA INTELIGENCIA DEL CHISTE

 


Mi padre contaba este chiste que a mí siempre me ha parecido maravilloso.

         Va un hombre muy delgadito y enclenque, por la calle y de repente pasa una mujer “de bandera”. El hombre se la queda mirando con un nada obscuro objeto del deseo. Entonces la mujer se acerca.

-         Buenos días, caballero. ¿Quiere usted seguirme a mi casa?

El hombre no se puede creer que haya tenido la suerte de que esa mujer escultural se haya fijado en él y con una alegría que no le cabe en el cuerpo sigue a la mujer que abre el portal, sube las escaleras y le deja franca la puerta del piso en el que vive al emocionado personaje.

-         Caballero, entre en mi habitación y desnúdese que ahora voy yo para allá.

Os podéis imaginar la alegría del hombre que se desnuda a toda prisa y se queda esperando a que la puerta de la habitación se abra y aparezca esa mujer que no ha visto ni en sus mejores sueños.

Pero hete aquí que la señora aparece con tres niños de la mano a los que se dirige en tono cariñoso y maternal:

 

-         Hijos, comed bien si no os queréis quedar como ese señor.

 

Me parece un chiste inteligente con ese final sorprendente cuando ya estábamos “viendo” que aquello iba a terminar con un “gaudeamus igitur”.

 

Ya sabéis: nada es lo que parece.     

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