Conocí
a George Steiner gracias a don José Jiménez Lozano que me lo recomendó en una
de aquellas visitas que giraba hasta su casa de Alcazarén. En esta ocasión, me he leído Un largo sábado, un libro de las
conversaciones que mantuvo con Laure Adler. Así, de memoria, mientras estoy en
mi locus amoenus particular, os digo
algunas de las ideas del filósofo francés que me han llamado la atención.
La primera que Steiner no es sionista.
No considera el filósofo parisino que el sionismo sea una solución para su
pueblo judío y aboga por otras soluciones para “el problema del espacio judío”.
Fundamentalmente, para él, ser judío es “estar con las maletas preparadas”
porque ser judío es ser en cualquier lugar y para Steiner le bastan una mesa y
un libro para sentirse en su patria.
La segunda que don George nos dice es
que un judío siempre escribe con un lápiz en la mano y subrayando porque quiere
mejorar lo que está leyendo, porque es capaz de escribir algo mejor que lo que
tiene entre las manos.
Una tercera, cómo estamos viviendo, es que Europa no tiene ningún modelo que
proponer a los jóvenes. Hemos dejado morir a la civilización cristiana y ahora
nada les podemos ofrecer a los que nos siguen en la vida. Los educadores tendríamos que pensar con
detalle estas últimas palabras.
Podríamos seguir un buen rato, pero no
os quiero aburrir. Dice este hombre sabio “que un día sin música es un día
triste” y tiene toda la razón. Y también que Hannah Arendt, en su famosa Historia de los totalitarismos, no habla de Stalin porque su santo esposo era
un estalininista convencido. Y que Saint John Perse es un poeta sobrevalorado y
tantas y tantas cosas como sólo un culto lector puede decir.
Grande don George que nos explica cómo
esta sociedad es una absoluta enemiga de la lectura: porque no hay un espacio
físico en las casas para los libros (pero sí para enormes televisiones) y,
sobre todo, porque no tenemos el silencio que es necesario para leer.
Me ha gustado y os lo recomiendo.
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