Este
libro de Sebastián Haffner, Historia de
un alemán, nos intenta explicar
cómo el pueblo alemán acabó en ese genocidio infame que fueron las matanzas de
judíos. Analiza muy bien cómo aquella sociedad alemana, llena de deseos de
venganza por el tratado de Versalles, en medio de una crisis económica
insostenible, y con una juventud que durante la Gran Guerra eran niños que
jugaban a las batallas sobre un tablero fue aceptando con naturalidad el ascenso
al poder de aquel austríaco con bigote, con
peinado de proxeneta y que hablaba con el acento de los suburbios de Viena (sic).
Los nazis, como un virus, fueron entrando
en la sociedad alemana y contagiando a
los alemanes por medio de la violencia y de la mentira. Recordemos lo que
decíamos hace poco sobre cómo el mal es activo y no es tan sólo la ausencia de
bien porque no lo debemos olvidar nunca. Su táctica fue muy sencilla: convertir a los
alemanes en masa para que así perdieran su identidad. Haffner estuvo en un campamento
de estudiantes y allí pudo comprobar cómo se les iba anulando el yo para poder
pasar a ser masa. ¡Ojo porque el del bigotito logró el poder de manera
democrática! Andémonos con mucho ojo porque, cuando dejamos de creer en la democracia,
pasamos a confiar en un demagogo que, en
eso, como en tantas cosas, Aristóteles lo dijo y “es cosa “verdader”. O más
claro aún ya que hablamos del estagirita, o Atenas con todos sus defectos, o Esparta con su régimen en donde ni siquiera
soñaban con la libertad ni en libertad.
Un libro muy interesante sobre un tema
verdaderamente terrible y además muy bien escrito.
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