Pensar la religión,
el libro de Eugenio Trías, es un libro para leerlo- como todo lo de Trías-, con
muchísima calma porque Trías, que tiene un pensamiento “alemán”, va analizando
con sumo cuidado tan difícil “problema”. Lo primero y muy importante es lo que
el título nos revela: que la religión se puede pensar y que, por tanto, no es
cosa de mermados mentales. Entrando en
una pequeñísima selección de ideas del libro, parte Trías de la tesis de que el
hombre es un ser del límite, ese límite que separa lo que podemos expresar
mediante el logos y lo que no podemos expresar tal y como vio
Wittgenstein. Otra parte fundamental del
libro es en la que Trías nos dice que no puede existir una revelación en y
desde el propio ser y cómo Grecia establece el dominio del ente a partir del
olvido del ser. Una tercera idea es que el mal no es una potencia negativa (el
mal es ausencia de bien nos dice incluso hasta la Iglesia Católica), sino que
el mal es una potencia positiva que tiene su origen en el propio carácter
dislocado del ser que es un ser necesitado.
La comunicación entre la parte del
logos y la parte del misterium tremedum
que Otto definía en su libro Das Heilig
( lo sagrado) es por medio del símbolo, símbolo que la modernidad ha dejado de
usar. Vivimos en una época que carece absolutamente de símbolos de ahí que no
podamos entender correctamente la “revelación·” que el símbolo conlleva. Por
último -y haciendo una imperdonable reducción de las muchas ideas que pueblan
su libro-, el arte tiene como causa
final lo sagrado y la deconstrucción artística busca la revelación de la nada
del sentido haciendo del medio un fin.
Un buen libro para este verano en que
las clases nos han dejado tranquilo.
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