domingo, 10 de diciembre de 2017

EL CAFÉ DONDE SE SENTABA DON RAMÓN MARÍA DEL VALLE INCLÁN


Desde que tengo uso de conciencia lectora, he leído y he visto en el teatro a Valle Inclán. A mi abuela Patro le encantaba y un día en que me quedé solo en casa y ella se fue de compras de con mi madre,  haciéndome el gran favor de dejarme en casa y ahorrarme el peñazo de las tiendas, me trajo de la Casa del libro, aquella que estaba en la Gran Vía madrileña, un ejemplar de Cara de Plata, una de las comedias bárbaras de Valle. Recuerdo lecturas de Valle en una taberna de Pontevedra, en la playa de Lapamán, en mi casa de López de Hoyos y recuerdo el poema que venía en aquel libro de texto,  único por lo magnífico que era,  de Fernando Lázaro Carreter en el que hemos aprendido Literatura gran parte de los españoles mayores de cuarenta años. Todo esto viene a cuento porque he leído esa poesí

a completa que ha publicado Visor y he sentido la emoción de una poesía con medida, con ritmo, con encanto. El manco de Vilanova de Arousa sabía muy bien por dónde se andaba en cuestiones poéticas y su prosa – ahí están esa maravilla que son las Sonatas- está llena de poesía. Agustín García Calvo decía que, de todos los autores del siglo XX español, tan sólo Valle le gustaba.

         Como nada puedo contaros de nuevo sobre tan excelso autor, os contaré que este verano, al pasar por la Plaza de Galicia en Santiago y cruzar el semáforo que lleva a la plaza en donde está la farmacia de Carolina Bescansa, la de Podemos, pasé, un año más, por el café Derby, el café en donde don Ramón pasó el último tramo de su vida cuando regresó de Roma para morir en su Galicia. Al pasar, les dije a mis hijos: “Mirad, hijos, aquí se sentaba Valle Inclán” y una parejita del siglo XXI me miró con sorpresa y él le dijo a ella: “Mira aquí se sentaba Valle – Inclán” como diciendo “mira, lo dice este listillo de turista y no le vamos a creer a él. ¡Qué va a saber este pringadillo de dónde reposaba Valle sus nobles posaderas!” Y lo más curioso es que vivían en el portal de al lado del Derby. ¡Qué bárbaro, vivían al lado y no se habían enterado de que en ese café el maestro de maestros consumió sus últimas tardes! ¿Para qué quieren los jóvenes tanto Internet? En  fin…

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