¡Pobre Joaquín Costa, soñando con una España de la
luz en un país de sombras de todos los demonios! ¡Pobre Joaquín Costa, soñando
con una España limpia de caciques en un país en que el caciquismo era su
verdadera forma política! ¡Pobre Joaquín Costa, abogando por la escuela en un
país de señoritos puteros y majos de navaja y patilla! ¡Pobre Joaquín Costa,
olvidado de todos porque el hombre sabio en España molesta y, en su lugar, se
prefiere al mamacallos, al adulador, al espolique de tres al cuarto que le
lleva el caballo al amo a cambio de una limosna! Leyendo el libro que Ciges
Aparicio le dedica a Costa no podemos sino sentir una profunda pena por España
que, una vez más, se burló de un hombre que la amaba profundamente y, llevado
por su amor, soñaba con verla desarrollarse, crecer y vivir en el progreso que
le negaban los de la España negra. Leyendo este libro de Ciges, otro republicano
y regeneracionista que pagó con la vida su osadía, se siente pena de los
políticos que España ha arrinconado porque los de siempre han querido que
fueran arrinconados. Leyendo este libro de Ciges se siente, como don Miguel de
Unamuno, un profundo dolor por España, la triste España sin ventura que cantaba
Juan del Encina. Pero también, leyendo este libro de Ciges, se sueña con un futuro
posible que algún día llegará. No lo dudéis.
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