Siempre
que se habla de Luis López Álvarez, nos acordamos de su poema Los Comuneros, aquél que fue musicado
por el Nuevo Mester de Juglaría y que, en aquellos años de efusión de
nacionalidades y autonomías, todos cantábamos con la esperanza de que Castilla
aún encontrara un capitán. Sin embargo, quedarse en este poema como muestra de
una grandísima producción poética de este poeta viajero es, a todas luces, injusto
porque este poeta v que ha vivido en el Congo, en Venezuela y mil lugares más
es una grandísimo poeta que no vamos a descubrir aquí porque sería absurdo. He
tenido la suerte de leer Querencias y
quereres una colección cuasi divina de sonetos de los que, por ejemplo, son
Compañera, musicado por Amancio
Parada o Tordesillas, musicado por el
ya mencionado Nuevo Mester. Luis López Álvarez, berciano de nacimiento, de esa
tierra que huele al carbón y a la nieve, a frutas y a vino, a montañas y a
valles ubérrimos, es leonés como Antonio Colinas o como Leopoldo Panero. Qué
vientos de poesía corren por aquellas tierras no lo sabemos, pero deseamos que
sean muchos los años en que los vientos poéticos sigan recorriendo, desde León,
España y el mundo entero. Amén.
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