Dijo Paco Umbral que “Jardiel
Poncela había sido el bicarbonato con el que la derecha había hecho la
digestión de los muertos de la Guerra”. La frase, como todas las de Umbral es
redonda, pero no se ajusta a la realidad porque Jardiel, que triunfó en Hollywood,
era un buen escritor de humor, de ese humor limpio que ya no se estila desde
hace muchos años en una España amargada y sin sentido del humor. Los diálogos
ingeniosísimos de Jardiel en nada tienen que envidiar a los de Willy Wilder, el
gran maestro de la comedia, y sus personajes nos llevan a un mundo de fantasía
y bonhomía. Yo, que tengo muchos pecados, confieso que uno de ellos es que
disfruto leyendo a Jardiel. Sé que esto hace que los cuatro intelectuales que
no me leen me expulsen de su paraíso particular, pero no me importa. Cuando
estoy “depre” o quiero reírme un poco con un humor inteligente, me cojo una
comedia de Jardiel Poncela y el efecto es inmediato. Os lo recomiendo vivamente
ahora que nos está cayendo encima todo el chaparrón de la campaña electoral
catalana.
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