Si hablamos de Rosa Chacel, siempre pensamos en
la novelista, en la autora de Las
Memorias de Leticia Valle o de Teresa.
Sin embargo, fue una más que notable poeta que no se atrevió a publicar sus
versos porque, como en el caso de Juan de Contreras., Marqués de Lozoya, los
consideraba menores. En fin, les tocó publicar en una época en que los
“espadas” eran de lujo: Lorca, Alberti, Cernuda, Gerardo Diego, Dámaso Alonso,
Vicente Aleixandre y otros más, pero tampoco los veros de Juan y de Carmen eran
tan malos-. ¿Qué hubieran dicho si leyeran los que en los premios amañados del
territorio hispano nos venden como gran poesía? Era doña Rosa , - familiar, por
cierto de Zorrilla y de la familia Hidalgo Chacel de Boecillo - , creadora que
cincelaba sus novelas y que, como discípula de Ortega, se adentraba por
vericuetos filosóficos que molestaban a algunos lectores como es el caso del
conspicuo Umbral, pero, que sin embargo, en sus poemas navega, salvo
excepciones, por un mar libre de escollos.
Hermosa poesía en moldes clásicos de una mujer cuya vida fue todo una historia
de amor por España y por el español hasta el punto que dejó Brasil por
Argentina para que su hijo se educara en la lengua en la que ella escribía.
Todo un ejemplo. Y como ejemplo, este soneto de altísimo voltaje poético.
A
Rafael Alberti
Cuando la mar esté bajo tu almohada
¡Alegría de turbas infantiles!
¡Triunfo de los egregios, varoniles
pámpanos que estremece la alborada!
Frutos dará la náyade dorada
que llamea en los ínclitos candiles
y en sus perlas de amor claros abriles
hervirán al compás de tu mirada.
¡Qué ventura te aguarda en el impacto
si alcanzar logras la divina orquesta!
Tu frente surtirá con el contacto
de la escondida nuez templada y presta
que a trompa airada vibrará en el acto.
¡La vida es gracia y el reír no cuesta!
Cuando la mar esté bajo tu almohada
¡Alegría de turbas infantiles!
¡Triunfo de los egregios, varoniles
pámpanos que estremece la alborada!
Frutos dará la náyade dorada
que llamea en los ínclitos candiles
y en sus perlas de amor claros abriles
hervirán al compás de tu mirada.
¡Qué ventura te aguarda en el impacto
si alcanzar logras la divina orquesta!
Tu frente surtirá con el contacto
de la escondida nuez templada y presta
que a trompa airada vibrará en el acto.
¡La vida es gracia y el reír no cuesta!
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