Lo
siento por mi buen amigo Javier Celada, que es un buen gaitero, pero resulta
que Nerón, el desgraciadamente célebre emperador romano, compartía esta misma
afición gaitera. Lo cuenta Suetonio en esas biografías que se adelantaron a la
crónica rosa y que han pasado al mundo de la literatura latina como Los doce césares.
LIV sub
exitu quidem uitae palam uouerat, si sibi incolumis status permansisset,
proditurum se partae uictoriae ludis etiam hydraulam et choraulam et
utricularium ac nouissimo die histrionem saltaturumque Vergili Turnum. et sunt
qui tradant Paridem histrionem occisum ab eo quasi grauem aduersarium.
54. Al término de su vida, hizo un voto solemne de
que, si salía sano y salvo, tocaría, en los juegos por la victoria, el órgano hidráulico, la
flauta y la gaita; además, prometió actuar como histrión en el último día de los
juegos y que bailaría el Turnus de Virgilio. Hay también gente que dice que mató
al actor Paris considerándolo un duro adversario.
Nos falta por decir que en latín gaita se dice tibia utricularis, es decir, flauta de
odre y que su procedencia (de la que hablaré en su momento) no es claramente
celta sino de Mesopotamia de tal manera que el instrumento, hoy asociado por
error tan sólo al mundo celta, ya era conocido en Grecia como el ασκαυλος, es decir, la flauta de odre de vino.
Prometo seguir, pero por hoy baste saber que Nerón fue
gaitero por promesa. ¡Están locos estos romanos!
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