Cuando
yo era niño – Dios en Marín, el nombre de Antón Sobral era mi referencia
pictórica: exposición de Antón Sobral, charla de Antón Sobral, reseña del Diario de Pontevedra sobre Antón
Sobral. Que en su obra apareciera el mar
– cosa no rara en un marinense-, hacía que mi interés se multiplicara pues yo
era un niño que venía “del desierto” y mi relación con el mar era tan
importante que, durante una época, soñé con ser marino. Cuando regresaba a mi
desierto, me llevaba una barquita de madera, un faro o un pequeño trozo de boya: era mi manera de seguir cerca del mar
allí en donde el mar estaba tan lejos. Os dejo un cuadro de Sobral y su imagen;
os dejo también la curiosidad de que fue profesor en varios Institutos
pontevedreses, pero eso apenas tiene importancia cuando pienso que para mí,
Antón Sobral era Marín y Marín, el mar, aquel mar que tan sólo veía una vez al
año; el mar que esperaba once meses acariciando mi barquita, mi faro o mi trozo
de boya.
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