Viene a
cuento esta entrada por el nombramiento estos días de la primera mujer general
en el Ejército español y por la broma de haber puesto un servidor en Facebook
lo de “a sus órdenes, mi generala”. Vaya en primer lugar que considero que lo
correcto es la general y no la generala pues el femenino de cargos que eran, hasta
nuestros días, tradicionalmente masculinos señalaba no a una mujer que ejercía
dicho cargo, sino a la mujer o esposa del que lo ostentaba. Así, la “regenta”
era la mujer del regente, la “alcaldesa”, la mujer del alcalde y la generala,
la mujer del general al igual que la “coronela” o la “sargenta”. No me vale el
ejemplo latino que sacó a colación el benemérito García Yebraen el que ponía como ejemplo una fábula de Fedro en
la que se leía iudice vespa, un ablativo
absoluto con las palabras iudex, juez, y vespa, avispa. Fedro tuvo que echar
mano de iudex porque ¡no había mujeres jueces y por tanto el latín no tenía
esta palabra en su acervo!
Poco a
poco y con todo merecimiento, las mujeres van llegando a donde tenían que haber
llegado hace muchos siglos, pero la lengua va mucho más lenta y, aunque ya es
normal doctora, farmacéutica o veterinaria, pues son muchas las féminas que ejercen estas
profesiones y desde hace muchos años, para otras, como es el caso de general,
hay que esperar un poco y, hasta que sea más habitual la presencia de “generalas”
en el ejército español (cosa muy deseable), será los más apropiado usar el artículo
femenino con la forma masculina que se ha venido usando hasta ahora. Porque la
verdad, si a esta general la llamamos “la generala”, la convertimos en
protagonista de una hermosa zarzuela de don Amadeo Vives.
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