Cuando
el doctor Ernesto Jesús Guerra Linares, natural de El Salvador, le saca un
tapón a una señora en su consulta del Paseo Zorrilla de Valladolid, siempre le dice:
“Mire, esto es lo que tenía en el oído. ¡No sólo van a tener cosas bonitas las
mujeres!” Con lo cual queda demostrado que es salvadoreño y no de Valladolid
porque esa broma tan alegre en la ciudad del Pisuerga podría acabar en el
primer juzgado de guardia que estuviera abierto. Pero vamos al tema. Lo de
guerra Linares viene a cuento porque también Portugal, meu querido Portugal tenía que tener alguna cosa fea y, para mí, lo
feo de Portugal es la conocida como música pimba. ¿Qué es la música pimba? Pues
una música muy popular en nuestro país vecino en cuyas letras se juega con un doble sentido
casi siempre sexual barriobajero. Tan sólo voy a sugerir ejemplos, sin darlos
porque rebajaría el buen gusto de este blog a niveles de Telecinco.
Vaya
un ejemplo: Queres kétchup, Pedro?
Pronunciado en portugués y forzando un poco las cosas, vendría a decir : ¿Quieres
que te (la) chupe, Pedro? Pura poesía de
Pessoa, José Régio o Quental como podéis ver.
Ya
sé que también Catulo tenía versos “guarros” (no entremos en detalles, por
favor), pero después se descolgaba con “versos
gongorinos” que elevaban el nivel ad astra; y también sé que comparar a Catulo con Quim
Barreiros y sus “picadas” de barbeiro no es de recibo. Pero en algo hay que
pasar los días de confinamiento.
Esta
música gusta mucho en las fiestas de los
pueblos portugueses y yo, puesto que ya estamos cerca del Apocalipsis zombie,
confesaré que me gustaba escuchar a Quim
Barreiros cantando A cabritilha
con esa letra que ni el mismo Graça Moura hubiera mejorado:
Eu
gosto de mamar nos peitos da cabritilha!
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