En ese
maravilloso libro que es El canto de las
Sirenas, Eugenio Trías hace un sutil comentario que prueba su gran finura
filológica. Hablando de las Sirenas nos dice que en el episodio de las mismas
en el que Odiseo pide ser atado al palo mayor para no escuchar su canto, las
Sirenas se revelan como conocedoras de todo. Os copio la traducción de Segalá,
tan denostada hace unos pocos años y tan alabada ahora:
«¡Ea, célebre
Ulises, gloria insigne de los aqueos! Acércate y detén la nave para que oigas
nuestra voz. Nadie ha pasado en su negro bajel sin que oyera la suave voz que
fluye de nuestra boca; sino que se van todos después de recrearse con ella y de
aprender mucho; pues sabemos cuántas fatigas padecieron en la vasta Troya
argivos y teucros, por la voluntad de los dioses, y conocemos también todo
cuanto ocurre en la fértil tierra.»
Según esto, las Sirenas son una fuente de
aprendizaje para los que se acercan a ellas pues aprenden mucho. Al final del
parlamento de las sirenas, éstas dicen que “conocen todo lo que ocurre en la
fértil tierra”. En el texto griego de la Odisea de Homero dice así:
ἴδμεν δ᾽, ὅσσα γένηται ἐπὶ χθονὶ πουλυβοτείρηι.
(Conocemos
todas las cosas que llegan a ser sobre la tierra rica en frutos – traducción
literal)
Estos seres mitológicos, dotados de
prodigiosa voz, acompañaban a Átropo,
Cloto y Láquesis, las tres Moiras,
cuando éstas aparecen cantando en el famoso relato de Er, en la República
de Platón. Pero de estas sirenas que
hacen el coro de las esferas celestiales, si me lo permitís, hablamos en otra
entrada.
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