¡Pobre Filoctetes,
solo en la isla de Lemnos porque sus compañeros no podían soportar el fétido olor que
desprendía su herida del pie! Merece la pena que conozcamos un poco más su
vida.
Filoctetes
era hijo de Peante, rey de la ciudad de Melibea en Tesalia, y de Metone o Demonasa. Fue pretendiente de
Helena de Troya antes de que la muy conocida joven se casara con Menelao, rey
de Esparta. Luego vendría lo que vino, pero no es el momento ahora. Acudió
Filoctetes a la toma de Troya, pero antes hubo un acto en su vida que lo marcó:
ayudó a Heracles al prender fuego la pira
funeraria del tebano en el monte Eta. Heracles,
en recompensa, le dejó sus flechas, que estaban envenenadas con el
veneno de la Hidra de Lerna, y su arco. Esas flechas y ese arco eran
fundamentales para la toma de Troya.
Bueno
pues ya tenemos a Filoctetes camino de Troya con sus flechas venenosas e
implacables. Paran en una isla a hacer aguada y una serpiente, enviada por Hera como castigo por haber a ayudado
a su muy odiado Heracles, le pica en un pie. Filoctetes, presa de terribles
dolores, se pasaba el día quejándose a grandes voces; por si eso fuera poco, un
fétido olor se desprendía de la herida purulenta. Cansados los aqueos de tanto
grito y tanta peste, ni cortos ni perezosos, lo desembarcan en la isla de
Lemnos en donde el pobre Filoctetes será un Robinson Crusoe avant
la lettre. Nadie se acordaba de él ni de sus sufrimientos en la soledad en
los montes de Lemnos hasta que las cosas en Troya no iban nada bien y entonces
se acordaron los griegos de aquél oráculo que había predicho que, para tomar
Troya, era necesaria la presencia de Filoctetes con su arco y sus flechas. ¿Qué
hacer? Pues ir a buscarlo. ¿Quiénes de los aqueos? Pues Neoptólemo, hijo de
Aquiles, y el propio Odiseo, el de los mil ardides.
Llegan
a la isla de Lemnos y Neoptólemo lo engaña diciéndole que va camino de Esciros
en donde seguía viviendo su madre Deidamía, hija del rey Licomedes con quien
recordemos que se había refugiado Aquiles disfrazado de chica para no ir a la
guerra de Troya y recordemos también que fue Ulises el que lo descubrió al ir
disfrazado de buhonero y sacar, entre las
alhajas y baratijas, una espada a la que el héroe aqueo se lanzó con ansia. Es
decir, que Aquiles y Deidamía, aunque el primero estaba disfrazado de chica,
tuvieron una relación de la que nació este chavalillo al que también llamaban
Pirro. Al final, el huérfano de Aquiles le dice la verdad y, como es lógico,
Filoctetes decide no ir a Troya con ellos, pero la aparición de Heracles (Deus ex machina llamaban esto los
griegos) le convence de lo contrario y embarca con Ulises y Neoptólemo camino
de Troya.
Ya
en Troya, es curado por los hijos de Esculapio, Macaón y Podalirio y se dedica
a combatir. De su arco saldrá la flecha que matará a Paris que, a su vez, había matado a Aquiles. Otras
fuentes dicen que no murió al momento, sino que envió un mensajero a Enone, su primer
amor, que no quiso ir a verlo, pero que luego, pensándolo mejor u obedeciendo a
razones amorosas, fue, pero con tan mala suerte que llegó cuando Paris había
expirado. Enone, desesperada, se suicida. Pero sigamos con Filoctetes.
Acabada
la guerra, Filoctetes inicia su regreso (νόστος), pero no
vuelve a su tierra Tesalia, sino que termina en la Campania. Aquí lo conocerá
Telémaco, según cuenta Fenelón en sus Aventuras
de Telémaco. Y en la Campania murió no sin antes haberle
ofrecido su arco a Apolo en un santuario que él mismo había fundado: el
santuario de Apolo Aleo.
Espero
que os haya gustado la historia. Don Antonio Ruiz de Elvira lo hubiera hecho
mejor, pero non omnes omnia possumus.
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