La idea
el argumento de la Lisístrata de Aristófanes se puede resumir en con muy pocas
palabras: las mujeres de Atenas, instigadas por Lisístrata, la que disuelve
ejércitos, se niegan a tener relaciones sexuales con sus maridos hasta que
éstos hagan las paces con los enemigos. Esta idea, que ni siquiera la podrían superar Irene
Montero y su coro de asesoras, puede llevarnos a pensar en un feminismo avant la lettre por parte del
comediógrafo ateniense. ¡Nada más lejos de la realidad! Tenemos que pensar en
cómo era la situación de la mujer en la Grecia clásica: encerrada en casa,
viviendo en el piso de arriba con las criadas y los niños pequeños y sin tener
apenas trato, nada más que el “indispensable” con los hombres. Por supuesto que
no podían ir al teatro y, por tanto, las
atenienses jamás vieron esta obra que sí disfrutaron sus esposos. Y es, en ese contexto de machos atenienses, como tenemos que apreciar – tal y como explica
Juan Carlos Iglesias Zoido, profesor de la Universidad de Extremadura, el
verdadero significado de esta obra: lejos de ser una defensa de las mujeres, es
una burla de las mujeres por parte de un grupo de machitos a los que le haría
muchísima gracia ver cómo esas pobres esposas que tenían encerradas en sus
casas hacían una huelga de sexo. Aristófanes, como en las aves, no crea una
situación posible o dable en la Atenas de su siglo, sino una utopía, un algo
irrealizable que para lo único que podía servir era para que los atenienses
hicieran befa y escarnio de lo que podían llegar a imaginar – siempre según la
imaginación de Aristófanes, esas ménades a las que apenas entendían y a la que,
en el fondo temían. Mutatis mutandis, es como si los señoritos blancos del Sur
de los Estados Unidos hubieran escrito una obra de teatro en la que los
esclavos negros fueran los amos y ellos los sirvieran. No sé si existe esa obra
– la crueldad del ser humano es infinita-, pero, si se hubiera dado alguna vez,
tan sólo hubiera servido para que los amos se partieran de risa al ver algo que
era absolutamente irrealizable. Para ver una Lisístrata “feminista”, tenemos
que esperar hasta el siglo XX en donde la capacidad de actuación de las mujeres
fuera capaz de crear situaciones como éstas. Pero ¿sigue siendo Lisistrata una
utopía aún en pleno siglo XX? ¿Quién manda, a día de hoy en el lecho
matrimonial? Ahí os quiero ver.
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