De San Isidoro de Sevilla, Isidorus Hispaliensis, me
gusta recordar una historia que aparecía en el libro de lecturas de 3º de EGB y
que siempre, como la historia de Joaquín Blume que conté en su momento, me ha
hecho remontar los momentos de “bajón”.
Cuentan que iba el santo sabio un día
por su Sevilla (no voy a entrar en polémicas sobre si era sevillano o
cartagenero) y entró en un patio en donde había un pozo en cuyo brocal se veía
la marca de la cuerda que se usaba para sacar agua. El santo, que andaba quizás
por la adolescencia y los estudios se le atragantaban un poco, pensó lo siguiente:
Si la cuerda, con su roce continuado, ha conseguido hacer esta acanaladura en
la piedra, yo también, con mi esfuerzo cotidiano, puedo llegar a dominar lo que
tanto me cuesta.
Esta es la historia que quizás no sea
verdadera, pero la verdad es que es fantástica y, si habla de esfuerzo,
demuestra claramente que se escribió siglos antes de que se aprobara la LOGSE,
la LOMDE y la LODE. Está basada en ese conocido adagio latino que dice: Gutta cavat lapidem, non vi, sed saepe cadendo.
Esta cita para unos es de Ovidio, para otros es una modificación de Giordano
Bruno sobre la ya citada cita ovidiana. La verdad, no tengo ganas ahora de
ponerme a trabajar en ello con todo este apocalipsis zombie del fin de curso
on-line, pero ahora que ya viene el verano quizás un día investigue un poco. Es
más, les voy a llevar a un pozo para a mis alumnos de Cultura Clásica de 2º de
la ESO, pero no para tirarlos (no seáis mal pensados, sino para que reflexionen
como San Isidoro sobre el trabajo y el esfuerzo). Pero pensándolo bien, quizás
eso de usar el pozo de manera más expeditiva no sea tan mala idea…
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