Ηermann
Hesse se fue a Baden Baden a tomar las aguas y se puso a reflexionar sobre ese
viaje y sobre su estancia en el famoso balneario de tal forma que, es más que probable,
que las aguas no le sentaran bien. Cuenta Hesse su vida en el balneario y sigue
con esa mala costumbre de reflexionar sobre los bañistas y sobre él mismo que
es algo muy sano (me refiero a lo último). En el segundo relato, Hesse, que no
es amigo de viajes, empieza a investigar sobre las razones últimas por las que
ha hecho un viaje hasta su Suabia natal en donde ha sido invitado a dictar unas
conferencias. Pero ¿realmente ha ido por las conferencias o ha habido una razón
“menor”, el recuerdo de una sirena que apareció en un monasterio? Hesse, ese
alemán devoto del budismo y de la espiritualidad, hace unas reflexiones muy interesantes
en ambos relatos. ¿Reflexionan así los bañistas de Caldas de Partovia, de
Marmolejo o de Corconte? ¿Reflexionarán así los miles de españoles que han salido
de estampida ante la diabólica tentación de las playas? Reflexionarán así los
viajeros que creen que por viajar mucho van a ser catedráticos?Dejemos abierta
esta pregunta para el curioso lector,
Hola Luis, me encanta este blog, (¡cuanta sabiduría!). Lo sigo leyendo y nutriéndome de sus artículos. Saludos desde Argentina.
ResponderEliminar