viernes, 6 de agosto de 2021

EL ASCENSO AL PODER DE HITLER

 


La República de Wiemar tenía su constitución de 1919 que de nada sirvió para frenar a Hitler. Veamos con detalle su ascenso.

         El 30 de enero de 1933, Hitler consigue ser canciller de Alemania por mayoría simple, pero su idea era disolver el parlamento alemán (Reichstag). Hindenburg era ya un octogenario y Hitler le insistía para que convocara elecciones. Sin embargo, la historia tomó un derrotero terrible.

         Llegamos al 27 de febrero de 1933, tan sólo veintiocho días después,  y se produce el incendio de la Reichstag cuya culpa fue atribuida a los comunistas y más en concreto a Marinus van der Lube, “un holandés errante que pasaba por allí” que acabó ejecutado. Hitler, canciller de Alemania (no lo olvidemos) no perdió el tiempo: al día siguiente aparece el Decreto del Incendio del Reichstag en el que, entre otras cosas, quedaba suspendida la libertad de expresión y de asociación y se tomó Hitler el derecho de poder detener a sus oponentes. Pero no termina aquí la cosa pues Hitler, el 24 de marzo de ese mismo año, consiguió que el Reichstag aprobara un decreto, la Ley habilitante ( Ermächtigungsgesetz vom 24. März 1933) que sacó adelante con el voto del centro alemán y con el engaño a los católicos a los que prometió que permitiría el funcionamiento de escuelas religiosas, pero, como era de esperar, no se cumplió. Hitler, con este decreto, tenía el poder de Alemania en sus manos. Göbbels lo explicó muy bien:

         La voluntad del Führer ha quedado establecida totalmente, los votos ya no importan más. Sólo el Führer decide. Esto ha sucedido más rápidamente de lo que esperábamos.

Lo que sigue ya lo sabemos bastante bien, pero, en otra entrada, recordaré cómo las potencias occidentales permanecieron cruzadas de brazos mientras el cabo del bigotillo seguía imparable hacia la mayor tragedia que había visto hasta entonces la humanidad. Lo dejamos para otro día.

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