miércoles, 18 de agosto de 2021

MI HUMILDE VISIÓN DE LA SEGUNDA REPÚBLICA ESPAÑOLA

 


Llevaba ya un tiempo queriéndoos contar mi visión particular de la Segunda República Española. No soy historiador y alguno me podéis decir aquello de “zapatero (con perdón) a tus zapatos”, pero es tan sólo mi humildísima opinión.

         Lo primero de lo que creo que hay que tratar son de unos antecedentes sociales y políticos.

         España traía desde la época napoleónica, el lastre de un pueblo dividido. Aquella luz ilustrada que se vio en el siglo XVIII se vio pronto apagada y no hubo, a lo largo del siglo XIX, un gobierno que supiera sacar al pueblo de su miseria. Basta con leer a mi amado Galdós para ver cómo vivía el pueblo llano de Madrid por el siglo XIX. El país no encontraba la paz: guerras de independencia en América, guerras carlistas, guerra con EEUU y pérdida del imperio español y, como remate, la sangría de la Guerra de África que ocupó también un cuarto de siglo XX. Esa Guerra de África beneficiaba a los militares y a los poderosos, pero se llevó por delante a la juventud española cuya sangre empapó la tierra africana. El descontento social era muy grande porque los ricos eran muy ricos y los pobres muy pobres. Un tópico, pero, por desgracia, una realidad en aquella España.

         Cuando llega la República, Alfonso XIII es un rey que tiene muy poco ascendente sobre los españoles que han visto, mediante el informe Picasso, cómo el rey,  metiéndose a estratega, ha metido la real pata. Pese a ello,  los resultados de aquel 14 de abril no son malos para la monarquía aunque cae derrotada en las ciudades principales de España. Alfonso XIII decide marcharse para evitar un baño de sangre y las gentes se echan a la calle, se suben en los topes de los tranvías y se van a la Puerta del Sol a celebrar no el nuevo año, sino la nueva vida que les iba a deparar el cambio de régimen.

         Pero pronto se establecen dos bandos: los obreros, que viven en muy malas condiciones, y que ven en la República el camino para una revolución al estilo soviético. Ni Largo Caballero, ni Prieto venían ni querían una República democrática, sino que la consideraban como un camino para llegar a la Revolución bolchevique al estilo ruso. Si tenéis dudas, podéis mirar las portadas de El Socialista publicadas por aquellos años. Tan sólo un socialista al que admiro mucho, don Julián Besteiro, catedrático de Lógica, ponía una nota de cordura en esa locura de odio y de revancha.

         Del otro lado estaban unas clases privilegiadas que no querían perder sus privilegios seculares y que intentarán por todos los medios acabar con la República.

         Ya sé que hay mucho más, que nada es blanco ni negro, que hay que matizar, pero se ve aquí lo que tantas veces dice Manuel Chaves Nogales, el grandísimo escritor andaluz: faltó ( y falta) una tercera España.

         Esperemos que, algún día, seamos capaces de vivir en paz.

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