Se
me hace raro que no hubiera dedicado una sola entrada a Edith Stein, la
filósofa discípula de Heidegger, que subió a los altares como Santa Teresa
Benedicta de la Cruz. Edith era hija de una familia judía de Silesia y vio en
la filosofía un camino para el encuentro con Dios. Sin renunciar a sus raíces
judías pues, por serlo, era hija de Abraham y de Moisés, se hizo discípula de
Jesús y fue bautizada en 1922. Once años más tarde, en 1933, entró en el
Carmelo con el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz, en donde se pueden escuchar
las resonancias de mi San Juan de la Cruz. Los nazis, en su odio por todo lo
judío y- no lo olvidemos, por favor, por todo lo cristiano pues nada está tan
alejado de un Dios de Amor y Misericordia que el ideario nazi, la encerró en el
campo de concentración de Auschwitz, ese sitio infernal que le hizo decir al
papa Benedicto XVI, Ubi eras, Domine, ubi
eras? En el infierno murió en 1942, pero en 1998 fue canonizada por Juan
Pablo II, otro perseguido por la barbarie nazi y desde 1999 es copatrona de
Europa. La traigo a colación porque el día 9 de agosto, que ha pasado ya hace
unos días cuando escribo estas líneas, es cuando la Iglesia recuerda a esta
monja filósofa. Por cierto, recalco lo de moja y filósofa porque parece que ser
monjita, para algunos pijiprogres que no tienen más cultura que El Intermedio
de Wyoming, es sinónimo de “tontita” o de chica con pocas luces. Ya veis que no
es así ni en este caso ni en el resto y, a lo peor, los de las pocas luces son
ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario