Para
hablaros de la e paragógica, un servidor que no es Menéndez Pidal porque no
puede, prefiere contaros unos recuerdos de la infancia en Lapamán. Bien me acuerdo
de que había unas niñas, las hijas de Lola,
la del aparcamiento; la misma
Loli, hija de Fina, de la que ya se ha hablado en este blog, y hasta una prima
del marido de Loli, el mejor maestro asador de la ría, cuyo nombre era Finita,
una niña rubia y muy divertida. Todas hablaban de esta manera tan hermosa:
-
Imos comere ( Vamos a comer)
-
Voume bañare (Me voy a bañar)
-
Teño que bebere (Tengo que beber)
Yo
por entonces no había leído a Menéndez Pidal y no sabía nada sobre esa e
paragógica que Pidal define como un metaplasmo, pero que yo no lo haré por no
ofender la memoria de estas tiernas rapazas, aparecía en el Cantar del Cid.
Tampoco ellas lo sabían ni falta que nos hacía porque allí estaba el azul de la
ría, el horizonte con la isla de Ons y una playa de arenas finísimas como un
azúcar celeste. ¡Ya me diréis para qué queríamos nosotros un metaplasmo!
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