Hay
una película maravillosa que os recomiendo vivamente: la fuente de las mujeres
de Radu Mihaileanu .
En ella se cuenta los avatares de unas mujeres del Marruecos profundo cuyos “machos”
no quieren traer el agua a la aldea para que las mujeres sigan cumpliendo con
la “tradición”. Y, claro, también formaba parte de esta tradición el ir
veladas porque, como sabéis, la mujer es “fuente de pecado”. Una de las mujeres,
que, como ocurre en los cuentos y en las fábulas, es la más vieja, le dice a su macho: “Nosotras no somos fuente
de ningún pecado: el pecado está en vuestros ojos”. Señora, no se puede decir
mejor. Viene esto a colación porque los
talibanes, que significa “estudiantes”, obligan a las mujeres a ir con burka
para “evitar el pecado”, pero no ven pecado en asesinar, en amputar manos o en
condenar a la mujer a una condición de presidiaria. Estos estudiantes deberían
estudiar algo más y leer el Corán con
mayor atención porque el dios en el que creen no les manda hacer lo que hacen.
Sus prohibiciones no parten de Alá, sino de sus mentes corrompidas por el deseo
de venganza, por el odio, por el deseo de sangre. Su visión la mujer es una visión
de alguien que tiene el pecado dentro de su corazón y que por eso ve pecado en
la belleza. Los talibanes son unos enfermos de odio, son asesinos que buscan la
sangre y, sobre todo, gentes que culpan de sus taras psíquicas a su dios.
También el catolicismo usó el nombre de Dios para cometer barbaridades, pero
supimos, poco a poco, ir separando lo que mandaba un corazón asesino de lo que
mandaba Dios. Estas pobres gentes, estos asesinos baratos no tienen más dios
que la sangre, que la venganza, que el odio. Mientras en Occidente vamos
abjurando de nuestros valores- valores que han configurado nuestra historia-, y dejando un vacío cultural, ellos se
afianzan en la cultura de la sangre y ven todos los pecados del mundo menos el
propio. ¡Dejad a dios en paz, asesinos callejeros, y entrad en vuestro corazón
podrido de odio y de pecado! ¡Tapaos vuestros rostros vergonzantes con un burka
de hojalata! Y, sobre todo, ¡dejad al pueblo afgano vivir en paz! No merecéis
sino el desprecio de todos los dioses del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario