Tenía
yo este libro en la biblioteca desde hacía bastantes años y no le había hincado
el diente porque se han ido interpolando otros que no han respetado la lista de
lectura, pero su título me embelesaba: Amaneció
de noche. Está escrito por la viuda de Narciso Yepes, cuyo nombre polaco me
ocuparía casi toda la entrada, y es una visión desde la fe de la enfermedad y
muerte del eximio guitarrista que está enterrado en Buenaventura del Sistal, monasterio cisterciense de Guadalajara, esa
provincia manchega que tiene tierras llena de misterio y de poesía además de
exquisita miel de la Alcarria. Marysia Szumlakowska (pese al calor, me he atrevido a copiarlo porque ya mi memoria
no me da para ese nombre) nos habla del Amor en el que vivimos, nos movemos y existimos y como ese espíritu de Cristo que
vive en nosotros por medio de los sacramentos nos hará vivir un día en la casa
del Padre que es el Amor supremo. Hermoso libro que se lee muy bien, pero que
trata al dolor de tú, algo que, en nuestra sociedad anestesiada, puede no caer
muy bien. El matrimonio Yepes perdió a un hijo, Juan de la Cruz, y esa fue la
bendición de su casa por el dolor como dice el maestro Luis Rosales. Luego vino
la Cruz del maestro Yepes y la aceptaron también con la entereza que Cristo nos
recomienda cargar con las Cruces de la vida. Per Crucem, ad lucem, dice el adagio latino y “Llegué por el dolor
a la alegría”, nos dice José Hierro en ese soneto espléndido con el que se abre
su libro Alegría. En fin, que si tenéis tiempo en este verano,
le echéis un vistazo porque merece – y mucho-, la pena.
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