¡Qué
poco se habla ya de don Pedro Antonio de Alarcón, el gran escritor granadino
del siglo XIX! Si algo más se le conoce es por el sombrero famoso de tres picos
(el tricornio para entendernos) que puso en solfa (dicho esto con el mejor
sentido de la expresión) don Manuel de Falla. El otro día, viendo una película
de Rafael Gil, El clavo, basada en
una novela corta del escritor de Guadix, recordé sus relatos breves
apasionantes, algunos auténticas “nouvelles noires”. Don Pedro Antonio fue muy
elogiado en su tiempo y ni más ni menos que don Juan Valera, ese señorito
cordobés que escribía como los ángeles, lo ensalzaba y con razón. Alarcón era
un romántico que quería ser realista o viceversa y entronca también con el
costumbrismo de Fernán Caballero o de Mesonero Romanos. Participaba del
espíritu romántico, pero queriendo ser realista que es como ser de VOX y querer
militar en Unidas Podemos (mutatis mutandis). En fin, como además, al igual que
Pereda, mi muy querido Pereda, era un poquito “carca”, eso ha hecho que
“desapareciera” prácticamente de los temarios escolares y que en la EBAU, PAU o
como se diga, se prefiera a la Elvira Lindo o a la Almudena Grandes que esas sí
que son “afectas” al régimen. ¿Qué es eso de que en las historias salgan curas,
monjas, militares y otros seres abominables, chabacanos y prescindibles para un
escritor bien pensante y del régimen? ¿Qué es eso de que aparezcan mujeres no
liberadas sexualmente? ¿Qué es eso de que no se hable de gays y lesbianas?
Alarcón, al paredón. Con esto queda dicho todo.
Es cierto: sus tres tomos de narraciones cortas son una gozada, y son mucho más románticos que realistas, ya sea por lo terrorífico, lo costumbrista o lo histórico.
ResponderEliminar"La comendadora" es una historia inquietante, de rara maestría.
ResponderEliminar