Pues
resulta que hubo una vez en Atenas un hombre que acabó tan desencantado de sus
congéneres que decidió convertirse en el ser más misántropo que los siglos
vieron. Parece ser que había ayudado a mucha gente y que fueron los mismos a
quienes ayudó los que lo denunciaron. C’est
la vie. Este curioso personaje nos aparece
en la Vida de Alcibíades y en la Vida de Antonio de Plutarco; en el diálogo
de Luciano, Timón, el misántropo, y
el capítulo XX de la Silva de varia
lección del sevillano Pedro de Mejía, obra de gran fama en su siglo que
parece ser de donde tomó don Guillermo Shakespeare el argumento para su Timón de Atenas.
Para que veamos juntos cómo era el carácter
de este personaje, voy a irme a la Vida de Antonio de Plutarco. ¿Qué pinta
Timón de Atenas en la vida de un romano como Marco Antonio? Pues mucho. Os
cuento: después de la batalla de Actium ( 31 a. C.), en donde fue derrotado por
aquel jovencito que apuntaba maneras y que se llamaba Octavio Augusto, Antonio
se retiró a una choza en la playa a la que llamó el Timoneo. Allí, con el romper
de las olas, se dedicó a la “filosofía” hasta que volvió a echar de menos a su
Cleopatra y se marchó para Alejandría que una cosa es que pierdas una batalla y
otra que deje de gustarte el cachondeo con tu egipcia y los buenos banquetes.
Dejemos al romano y vayamos con el
carácter un tanto borde de Timón. Lo encontramos en el capítulo LXX, 4-6 tal y
como podéis ver en el texto original griego.
τὸν δ' Ἀπήμαντον
μόνον ὡς ὅμοιον αὐτῷ καὶ ζηλοῦντα τὴν δίαιταν ἔστιν ὅτε προσίετο· καί ποτε τῆς
τῶν Χοῶν οὔσης ἑορτῆς, εἱστιῶντο καθ' αὑτοὺς οἱ δύο. τοῦ δ' Ἀπημάντου φήσαντος
"ὡς καλὸν ὦ Τίμων τὸ [70.4] συμπόσιον ἡμῶν" "εἴγε σύ" ἔφη
"μὴ παρῆς". λέγεται δ' Ἀθηναίων ἐκκλησιαζόντων ἀναβὰς ἐπὶ τὸ βῆμα ποιῆσαι
σιωπὴν καὶ προσδοκίαν μεγάλην διὰ τὸ παράδοξον, εἶτ' [70.5] εἰπεῖν· "ἔστι
μοι μικρὸν οἰκόπεδον ὦ ἄνδρες Ἀθηναῖοι, καὶ συκῆ τις ἐν αὐτῷ πέφυκεν, ἐξ ἧς ἤδη
συχνοὶ τῶν πολιτῶν ἀπήγξαντο. μέλλων οὖν οἰκοδομεῖν τὸν τόπον, ἐβουλήθην δημοσίᾳ
προειπεῖν, ἵν', ἂν ἄρα τινὲς ἐθέλωσιν [70.6] ὑμῶν, πρὶν ἐκκοπῆναι τὴν συκῆν ἀπάγξωνται."
Que
así, más o menos diría en nuestra lengua (aceptadme esta traducción cuasi libre
porque hace calor y no me apetece esmerarme demasiado):
Apemanto
era el único que, en ocasiones, frecuentaba su compañía porque era semejante a
él y hasta imitaba su manera de vivir; con todo, se cuenta que, en una ocasión
en la que cenaban juntos, con motivo de la fiesta de los Cántaros, al decirle
Apemanto: “Qué buen banquete, Timón”, éste le respondió: “Sin duda, si no
estuvieras tú”. Se cuenta que estando los atenienses reunidos en asamblea,
subió Timón a la tribuna de oradores y, tras
hacerse un silencio debido a la expectación que suscitaba lo inusitado
del hecho, dijo lo que sigue: “¡Atenienses! Tengo una pequeña finca y en ella
ha crecido una higuera de la que ya se han ahorcado muchos ciudadanos. De forma
que, como es mi intención hacerme allí una casa, os lo he querido anunciar de
una manera pública para que, en el caso de que también alguno de los presentes
desee ahorcarse, que lo haga antes de que tale la higuera”.
¡Joder, un poco borde sí que era el tal
Timón! Aunque, por otro lado, viendo cómo se comportan nuestros congéneres, dan
ganas de marcharse también, como Marco Antonio, a un Timoneo.
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