sábado, 30 de diciembre de 2017

LAS TRES NARRACIONES DE LUIS CERNUDA




Si alguien, después de leer Ocnos, duda de la capacidad del poeta sevillano para la prosa, que no lea más literatura porque ha perdido el gusto. Ahora os presento las Tres narraciones en donde Cernuda recobra su capacidad para la prosa poética. El primero de los relatos es un relato bellísimo sobre el viento y el amor; el segundo, El indolente, trata de un inglés en Sansueña y el último, una verdadera novela corta, trata, como su nombre indica, de un sarao del siglo XIX con sus amoríos. Bellísimos relatos de este hombre herido por la poesía que fue, es y será Luis Cernuda.

EL OBRADOR DE LOS ÁNGELES




En una entrada de este blog, hablé de los polvorones Felipe II que obraba con esmero en su obrador vitoriano, Blancanieves Tejedor y que eran, para muchos, los mejores del mundo. Sin embargo, hete aquí que este año, cuando pensaba que la cosa estaba clara y que doña Blancanieves (¡toma castaña con el nombre!) era la reina del polvorón, aparecen los de El obrador de los ángeles y dicen que los suyos son los mejores polvorones del mundo. Al frente de la fábrica “de los ángeles” aparece como fundador Enrique Moreno que funda este obrador en 1950. Estepa contra Vitoria, Blancanieves contra Enrique, el norte contra el sur: ¿quién ganará en esta disputa, en este paso honroso del polvorón? Para las Navidades que viene os lo cuento.

MARIANO VILLANGÓMEZ LLOBET


Conocí la existencia de Marià Villangómez Llobet en ese libro maravilloso de Antonio Colinas que es Memorias del estanque, un lujo en la prosa de Antonio Colinas, el gran poeta leonés. En aquel libro, Ibiza aparecía como una isla idílica de poetas, pintores y músicos y por ella andaban el propio Colinas o Lina Tur Bonet, la magnífica violinista ibicenca. La verdad es que, tras leer las memorias, a uno le viene el deseo de irse a buscar esos amaneceres ibicencos y esos atardeceres en que los amigos de Colinas llenaban su casa para hablar de lo divino y lo humano. Ahora, al leer a este grandísimo poeta, he tenido la misma sensación: ¡qué tierra más hermosa me estoy perdiendo no conociendo las Pitiusas! La poesía de Villangómez es una poesía llena de paisaje de la isla y de paisaje del corazón y, en esta versión de Antonio Colinas, su traductor y valedor en castellano, brota la hermosura como brotaba de aquel estanque del poeta leonés. Villangómez Llobet forma parte de esos escritores de las Baleares como Roselló Porcell,  Lorenzo Villalonga o Baltasar Porcell. Me callaré que hizo la guerra por Franco,  que fue alférez provisional y que, por una ley de aquella época que facultaba a los alféreces provisi

onales a ejercer el magisterio, ejerció de profesor en Cornellá de Llobregat durante muchos años. Para algún pijoprogre, esto que acabo de decir será la razón injusta para enviar al poeta ibicenco al destierro, pero nadie le puede quitar a don Mariano el ser una gloria para las Baleares que  no todo van a ser honderos,  alemanes, sobrasada y ensaimadas.

Y para muestra de su producción, este soneto en catalán que no va a servir sólo para que la Anna Gabriel suelte sus paridas:

 

IX

Sense tu, amor, la glòria d'aquest dia.
Sense tu aquest sol tebi, clar i madur.
Sense tu l'oratjol que el mar envia
i la sentor que de passada duu.

Sense tu aquesta mica d'alegria
que m'escalfa per dins, foc insegur.
I fins la ment, que amb el teu nom s'omplia,
gairebé riolera sense tu.

I sense tu, que és curta la volada
del meu goig! La mesquina flamarada
manca d'ardor i s'apaga en un moment.

Perquè tu n'eres l'ànima, ara absent.
I entre el dia alià, una altra vegada,
vaig per fondals d'etern enyorament.

QUERENCIAS Y QUERERES DE LUIS LÓPEZ ÁLVAREZ


Siempre que se habla de Luis López Álvarez, nos acordamos de su poema Los Comuneros, aquél que fue musicado por el Nuevo Mester de Juglaría y que, en aquellos años de efusión de nacionalidades y autonomías, todos cantábamos con la esperanza de que Castilla aún encontrara un capitán. Sin embargo, quedarse en este poema como muestra de una grandísima producción poética de este poeta viajero es, a todas luces, injusto porque este poeta v que ha vivido en el Congo, en Venezuela y mil lugares más es una grandísimo poeta que no vamos a descubrir aquí porque sería absurdo. He tenido la suerte de leer Querencias y quereres una colección cuasi divina de sonetos de los que, por ejemplo, son Compañera, musicado por Amancio Parada o Tordesillas, musicado por el ya mencionado Nuevo Mester. Luis López Álvarez, berciano de nacimiento, de esa tierra que huele al carbón y a la nieve, a frutas y a vino, a montañas y a valles ubérrimos, es leonés como Antonio Colinas o como Leopoldo Panero. Qué vientos de poesía corren por aquellas tierras no lo sabemos, pero deseamos que sean muchos los años en que los vientos poéticos sigan recorriendo, desde León,  España y el mundo entero. Amén.

viernes, 22 de diciembre de 2017

LOS AYACUCHOS




Los Ayacuchos era el término despectivo con el que se conocía a los militares españoles que habían participado en la gran derrota del ejército español en la guerra colonial de Hispanoamérica. Estos militares, agrupados en torno a Baldomero Espartero, tuvieron una gran influencia en la Regencia que dirigió el general manchego entre 1840 y 1843 y fueron estos que señalo: Estos militares eran José Ramón Rodil, García Camba, Isidro Alaix, Antonio Seoane[] y Francisco Linage,  secretario militar de don Baldomero. Esta batalla, fin de la guerras de independencia hispanoamericanas, tuvo lugar en 1824 y lo más gracioso del asunto es que en ella jamás participó Espartero. Esta influencia militar que comenzó con este grupo de espadones fue conocido en la política como ruido de sables y se siguió oyendo en España hasta el golpe de Tejero. Este maléfico ruido ha sido tan fundamental en nuestro país que hay que contar con él para entender la historia de España durante más de ciento cincuenta años. Galdós, mi gran Galdós, consigue un Episodio Nacional soberbio en el que “vemos” la muerte de Diego de León que se había levantado contra la reina María Cristina, viuda de Fernando VII y otros episodios históricos de la época junto a una trama amorosa tan bien tejida que hace que cada día mi admiración por el maestro canario suba en muchos grados. De verdad, don Benito muchas gracias por haber escrito tanto: siempre me quedará algo suyo por leer.

UNA NAVIDAD CON CAMBIO CLIMÁTICO


Este cuento, que he escrito para mis amigos, quiero compartirlo con todos los que me seguís en la red. Si consigo vuestra sonrisa, me conformo. Gracias.

 

UNA NAVIDAD CON CAMBIO CLIMÁTICO

 

      
   Todavía hay gente que niega el cambio climático y, la verdad, no sé cómo se puede mantener esta postura cuando estas últimas Navidades los termómetros no han bajado de los treinta grados a la sombra. Los meteorólogos, al principio, dijeron que era algo pasajero y que no sabían qué viento sur enloquecido había disparado las temperaturas en aquel loco ascenso, pero pronto vimos que aquel cambio en las temperaturas propias de los días navideños había venido para quedarse con nosotros año tras año y algunos intelectuales empezaron a cuestionar el sentido de los símbolos más entrañables de la Navidad y así decían que qué iba a hacer Papá Noël  con su abrigo, su trineo y sus renos con  una temperatura caribeña. Y esos mismos intelectuales se preguntaban si no sería mejor vestirlo con camisa hawaiana y  tabla de wind surfing. Respecto a los Reyes Magos, otro tanto  consideraban los ya mencionados intelectuales y creían que sería más lógico vestirlos con bermudas, sandalias y toalla de playa. Pero, sobre todo, las cabezas pensantes abogaban por suprimir de los belenes las mulas y los bueyes, las castañeras y los pastores alrededor del fuego y proponían mujeres abanicando al niño, pastores  bañándose en el río y vendedoras de horchata. Pero, por si esto fuera poco,  también había un problema con algunas costumbres que dejaban de tener sentido con las altas temperaturas y así, por ejemplo, a un vecino mío lo tuvieron que llevar a urgencias tras ingerir una  cena a base de pavo, sopa de almendras y turrones varios. Con estas desgracias, decían que urgía cambiar el menú por gazpachos, salmorejos y vichyssoises además de cebiches y helados. Tampoco tendrían sentido las felicitaciones con paisajes nevados, la Blanca Navidad de un cantante norteamericano o El Tamborilero que “llegaba hasta el valle que  la nieve cubrió” y que, siglo tras siglo, repetía un cantante español. Paisajes cubanos, navidades de caña y ron y senderos que condujeran a playas con cocoteros era lo que se tendría que imponer a partir de ahora. Ya no más vientos siberianos, roscones de Reyes, polvorones imposibles de tragar con la sed del bochornazo ni turrones deshechos del puro fuego solar. En su lugar, mojitos, agua de coco y caipirinhas tendrían que ocupar su lugar. De todo esto llevamos camino, pero seguro que nos acabaremos acostumbrando a unas Navidades con cambio climático.

 

REYNALDO HAHN




Reynaldo Hahn de Echenagucia nació en Caracas, Venezuela, un 9 de agosto de 1874. Hijo de Carlos Hahn, un rico ingeniero y hombre de negocios alemán de familia judía y de Elena María de Echenagucia, una venezolana de origen vasco, fue el menor de doce hermanos. La familia Hahn, ante la inestabilidad política del régimen dictatorial del general Antonio Guzmán Blanco, abandona el país caribeño y se traslada a París a donde llega Reynaldo con tan sólo tres años. Fue un niño prodigio que, pese al tradicional rechazo que el conservatorio parisino tuvo por ellos, accedió a sus clases con tan sólo diez años. Antes había cantado en el salón de Matilde Bonaparte, sobrina de Napoleón, y desde los ocho años había empezado a componer sus propias canciones. En el conservatorio, Reynaldo tuvo como profesores a Massenet, Goudnod y Saint-Saëns y como compañeros a Cortot o Ravel. Soldado durante la Gran Guerra, amigo de Diaghilev y amante de Proust, cuyo personaje Vintelli de En busca del tiempo perdido está basado en él, Hahn siguió componiendo y trabajando como director de orquesta en podios tan de referencia como el Festival de Salzburgo, la Ópera de Montecarlo o la ópera de París en donde le sorprendió la muerte en 1947 afectado por un tumor cerebral. Sus canciones reflejan la Belle Époque y de una de ellas,  À Chloris,  os dejo la letra. Que la disfrutéis.

 

1.     À Chloris

S'il est vrai, Chloris, que tu m'aimes,

Mais j'entends, que tu m'aimes bien,

Je ne crois point que les rois mêmes

Aient un bonheur pareil au mien.

 

Que la mort serait importune

De venir changer ma fortune

A la félicité des cieux!

 

Tout ce qu'on dit de l'ambroisie

Ne touche point ma fantaisie

Au prix des grâces de tes yeux.

 
Théophile de Viau

jueves, 21 de diciembre de 2017

RAMÓN CAAMAÑO BENTÍN "MUXIÁN"





El señor Caamaño, más conocido por Muxián debido  al pueblo de su nacimiento, Muxía, se ponía con su puestecillo muy cerca del Santuario da Nosa Señora da Barca, aquél del que Rosalía decía:
"Nosa señora da Barca
ten o tellado de pedra;
ben o pudera ter de ouro
miña Virxe si quixera."

         Y, en ese puestecillo lo encontré en una tarde de agosto y, llevado por su fala meiga, me quedé a escucharlo y le compré algún recuerdo al que quise añadir mi propio recuerdo con una fotografía que, yo, un humilde aficionado, le iba a sacar a un gran fotógrafo. Aquella foto, una vez revelada, se la envié a su casa de Muxía y, a partir de entonces, nació una amistad epistolar que la muerte, como siempre, se preocupó por cortar. Estrenaba yo por aquellas fechas mi ordenador IBM y, como yo le escribía con él para que lo leyera mejor, me pidió don Ramón que le hiciera unas etiquetas para el museo que estaba preparando en su casa. Muxián  había estudiado la fotografía con el gran fotógrafo santiagués Ksado y, además de fotógrafo, había sido operador de cine llevando películas por los pueblos en una frágil barquilla  proporcionando así felicidad a los vecinos da Costa da Morte y argumentos para una película de su vida que a la espera está de que algún realizador quiera llevarla a cabo. Muxián tenía los ojos azules como si de tanto mirar al mar se le hubieran acabado por colorear, como si el mar hubiera hecho morada en su mirada; Muxián se casó con una guapa moza de Porto Son con la que tuvo varios hijos y viajó algo por Europa. Muxián, como Virxilio Viéitez, el gran fotógrafo de Soutelo, formó parte de una generación  para la que la fotografía era un medio de vida y de una generación que jamás alababa sus obras que eran nada más (¡Y nada menos!)  que el pan de sus hijos. Con el tiempo, haciendo una revisión de sus trabajos, se ha visto que además de magníficos profesionales, eran grandes artistas.
         El día que vuelva por la Virxen da Barca, estoy seguro que Muxián me estará esperando en su puesto junto al santuario, vixilando se a pedra abala o non abala, con seus ollos cheos de mar.   

MI NOCHEBUENA (PIJOSPROGRES, ABSTENEOS DE LEERLO)




Frente a tanta maldad disfrazada de respeto a otras religiones, frente a tanto intento y acto de borrar lo cristiano de la Navidad y frente al regreso a la barbarie de los solsticios que muchos intelectualoides de moda pasada aprovechan en estas fechas para lanzar desde sus poltronas mediáticas, me gustaría recordar, urbi et orbi, que las Navidades existen porque nació un niño en Belén – no entro en que si no nació ahora sino que nació en mayo y que la Iglesia adoptó la fecha del solsticio de invierno y la fiesta del Dios Mazda  porque eso ya lo ha dicho, mucho mejor que yo, Joseph Ratzinger, la gran bestia negra de los intelectuales de tres al cuarto y por no dar una alegría a los pijoprogres- que cambió el mundo. Sí, como lo oís, cambió el mundo porque desde entonces el calendario se cuenta desde ese año cero del universo; porque, en medio de una civilización esclavista, el mensaje de ese niño hizo que el hombre cobrara la dignidad de los hijos de Dios; porque el mensaje de ese niño hizo que, entre muchos errores (que también los hay) surgieran figuras como Teresa de Calcuta, como San Juan de la Cruz, como Santa Teresa, como el santo cura de Ars que son enamorados de Cristo; porque el mensaje de aquel Niño han hecho que muchos, relictis omnibus, es decir, dejándolo todo, lo siguieran y así nos encontramos con personas como el padre Ángel  que lucha, desde hace más de cincuenta años, contra la injusticia del mundo; como el padre Llanos, el  hijo de una familia de buena posición y consejero espiritual de Franco, que lo dejó todo para irse a vivir al Pozo del Tío Raimundo. Y como él, el padre Gamo o el cura Paco, viviendo, como su maestro entre los pobres, en aquel Madrid de los sesenta en que los constructores se forraban construyendo casas con tabiques como papel de fumar. ¿Cuántos de esos politicastros que se quejan de que haya un Belén o que hayan puesto un ángel “porque puede ofender a otras religiones” lo dejarían todo  (prebendas, chanchullos, comisiones, sueldazos y un largo etcétera) para irse con los más pobres? Ya lo decía Dostoievski: “es muy fácil amar a la humanidad entera, pero muy difícil amar a una persona en particular”. Y no hablo de situaciones lejanas porque, en nuestro Boecillo, una persona que proviene de una familia acaudalada lo ha dejado todo - otra vez el relictis omnibus - y está de párroco en una de las parroquias más pobres de Buenos Aires, una parroquia como las que salen en esa película magnífica que se llama El elefante blanco. Otros, como decía San Josemaría, se han quedado en el ómnibus (un ómnibus es un autobús que comunica la estación con la ciudad. Explico esto para los que no han cursado el BUP) y no quieren ni pueden salir de él porque el ómnibus es el paradigma de nuestra comodidad, de nuestra indolencia, de nuestro egoísmo.
         Por todo lo expuesto, mi Nochebuena fue, es y será una Nochebuena tradicional, con su Misa del gallo y con sus turrones; con la alegría que reflejan las escrituras en estos días; con la alegría plena, expansiva de saber que en Belén, hace más de dos mil años, nació un niño que cambió el mundo por mucho que les duela a los que son incapaces de cambiarlo entre otras cosas, porque son incapaces de cambiarse a sí mismo. ¡Feliz Navidad!

miércoles, 20 de diciembre de 2017

¡POBRE JOAQUÍN COSTA!



 ¡Pobre Joaquín Costa, soñando con una España de la luz en un país de sombras de todos los demonios! ¡Pobre Joaquín Costa, soñando con una España limpia de caciques en un país en que el caciquismo era su verdadera forma política! ¡Pobre Joaquín Costa, abogando por la escuela en un país de señoritos puteros y majos de navaja y patilla! ¡Pobre Joaquín Costa, olvidado de todos porque el hombre sabio en España molesta y, en su lugar, se prefiere al mamacallos, al adulador, al espolique de tres al cuarto que le lleva el caballo al amo a cambio de una limosna! Leyendo el libro que Ciges Aparicio le dedica a Costa no podemos sino sentir una profunda pena por España que, una vez más, se burló de un hombre que la amaba profundamente y, llevado por su amor, soñaba con verla desarrollarse, crecer y vivir en el progreso que le negaban los de la España negra. Leyendo este libro de Ciges, otro republicano y regeneracionista que pagó con la vida su osadía, se siente pena de los políticos que España ha arrinconado porque los de siempre han querido que fueran arrinconados. Leyendo este libro de Ciges se siente, como don Miguel de Unamuno, un profundo dolor por España, la triste España sin ventura que cantaba Juan del Encina. Pero también, leyendo este libro de Ciges, se sueña con un futuro posible que algún día llegará. No lo dudéis.

MANUEL CIGES APARICIO





La primera vez que oí hablar a alguien de Manuel Ciges fue a José María Herranz, el hombre más culto de Ávila, que me contaba de su estadía en la ciudad como Gobernador Civil de la república, de cómo era el padre de Luis Ciges y de cómo murió fusilado. Han pasado algunos años y he vuelto a encontrarme con Ciges al leer su espléndida biografía de Joaquín Costa del que en otra entrada hablaremos. Manuel Ciges Aparicio nació en Enguera, Valencia,  en 1873 y como su biografiado, Costa, soñaba con una España nueva, regeneracionada y republicana en lugar de degenerada y monárquica como estaba siendo en la Regencia y con Alfonso XIII. Ninguno de los dos tuvo fortuna y, si Costa fracasó hasta después de muerto (el protagonista de esta entrada dixit), Ciges fue fusilado un 4 de agosto de 1936 en la muy casta y devota Ávila del Rey por ser el gobernador de ese gobierno que empezaba, desde hacía unos meses,  a ser desgobierno. Ciges se casó con Consuelo Martínez Ruiz, hermana de Azorín y tuvieron a Manuel y a Luis, dos hermanos de los que al último hemos tenido la fortuna de verle hacer papeles impagables en películas como Amanece que no es poco, El bosque animado o en La escopeta nacional en donde interpretó al inolvidable criado del señor marqués de Leguineche, ese papel que parecía escrito para Luis Escobar que se representaba a sí  mismo. Manuel Ciges escribió una novela que quiero leer y que, cuando la lea, os la contaré en este blog: El vicario. Mientras tanto, tened paciencia.