José
Régio es el seudónimo de José Maria dos
Reis Pereira, poeta portugués nacido en Vila do Conde en 1901, ciudad
portuguesa al sur de Oporto, y fallecido en ese mismo lugar en 1969. A este gran poeta luso lo he descubierto
gracias a Pedro de Lorenzo, el gran escritor extremeño, que – contaba él-,
desde su mesa de trabajo en España, veía la luz de José Régio y así, de manera
tan simple, no existía “la raya” entre Portugal y España. Ya dije en su lugar
que de Lorenzo era un hombre culto, con mala fama de retórico (en la
actualidad, en que todos somos tan zafios, el más mínimo cuidado en el habla ya
es pedante y tenemos que hablar para no pasar por ello, con el habla del Rufián
dichoso o de la Rosalía) y que era de derechas. En la actualidad, los primero y
lo segundo se le podría perdonar, pero lo tercero nunca. Sigamos que me voy del
tema. Os iba diciendo que Régio es un autor que tiene como temas los temas de
la poesía desde que algún vate se puso a la tarea de hacer versos. Yo ya me he
cortado la coleta de traducir porque en España el único que lo hace bien es
Jaime Siles que es un tío que da para mucho y por eso, digo, he dejado de
traducir. No me gustan los malos fados ni los malos tragos. Hablando de fados, Régio es el autor de la
letra de Fado português, el bellísimo
fado que cantaba Amália Rodrigues, ese que empieza: O fado naceu dia…No obstante quiero traduciros un fragmento de
Régio en un romance que dedica a su villa natal. A mí me recuerda mucho a Celso
Emilio Ferreriro y con la presencia del viento en su poesía, en especial en ese
libro magistral que es Onde o mundo chámase
Celanova. Ahí os va y que Siles reparta suerte:
¡Viento norte, ay, viento norte,
viento de orilla mar,
viento de Vila do Conde,
que es mi tierra natal!
Ningún remedio me vale
si no me vienes a buscar,
viento norte, viento norte,
que en sueños siento soplar…
(…) abría por las mañanas,
mis ventanas de par en par.
Entraba el mar en mi cuarto
sólo con el viento del mar. (…)
Hasta la Senhora da Guia,
poco a poco, me iba a pasear,
hasta la Senhora da Guia
que se mete dentro del mar,
cual paloma que las
olas
no se quisieran llevar;
quizás como una gaviota
cogida en un vendaval…
o una rosa blanca traída
quién sabe de qué lugar,
que retenida en las piedras
quédase allí sin marchitar,
el pie metido en el río,
la flor ya en el agua del mar.
Muero en pecado mortal
sin quererme confesar…,
si no me llevan deprisa,
¡Deprisa! ¡No me hagáis esperar!
a tomar el aire, a mi
aire respirar
de mi tierra natal.
Vila do Conde , que te
extiendes
por pinares, río y mar …
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