viernes, 3 de abril de 2020

UNA PUTA RESPETUOSA A PUERTA CERRADA


Ya nadie lee a Sartre, aquel autor francés que hace cincuenta años era autor de culto entre la crema de la intelectualidad. Hace unos años me costó encontrar La náusea y tuve que satisfacer mi urgencia en una colección de kiosko que, por casualidad, lo había publicado. En estos días de apocalipsis zombie, me he leído La puta respetuosa y A puerta cerrada, dos obras que, repito, hace algo más de cuarenta años, leían hasta los pescadores de Motril. En la primera, una puta de Nueva York  que va al Sur y se ve envuelta en un asesinato de un negro en el que ha participado el hijo de un senador que le da una charla a la chica sobre cómo un negro es innecesario, pero un blanco y de buena familia es absolutamente necesario para la nación americana. En la segunda, tres personas, dos mujeres y un hombre,  en el infierno. Es en esta obra en donde se dice esa famosa frase, repetida hasta la saciedad,  de que el infierno son los otros. La verdad, me han gustado estas obras de Sartre porque están muy bien escritas, en la línea de ese teatro francés del siglo XX absolutamente maravilloso, y porque quiero llevar la contraria y leer, ahora que ya no está de moda, a Sartre. Hay que llevar la contraria para hacer que el mundo se despierte un poco.



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