Quizás
porque abril ya ha pintado las lilas del jardín, quiero volveros a hablar de
Mario Monreal, el gran pianista valenciano del que os hablé hace ya más de dos
años. Monreal, seguidor de la estela de grandes pianistas y músicos valencianos
entre los que destaca José Iturbi, muy buen pianista al que no se le perdona la
gran fama que obtuvo en Hollywood y se le intenta obviar tan pronto como surge
su nombre, Monreal nos regaló a los fieles de la Fundación March la integral de
Chopin, autor del que era consumado especialista. En este mes de abril, al
reescuchar un disco de Askhenazy interpretando una selección de obras del
músico polaco, he vuelto a recordar, una vez más, aquellas mañana de lilas y
jardines del barrio de Salamanca. Luego, para volver a casa, había que pasar
por la iglesia de los Oblatos, bajar Diego de Léon, cruzar Velázquez con la
cafetería Chikito, tan vasca y tan madrileña, y pasar por la panadería de los
Somoza, aquellos que trajeron el pan de Porriño hasta los madriles. Y al sonar
la Fantasía – Impromptu, me he vuelto
a ver sentado en el suelo del pasillo del salón de actos de la Fundación y he
visto a don Mario al piano y César y Vicente hablando conmigo mientras nos
tomábamos unas cañitas en un bar cercano. Éramos asquerosamente jóvenes y la vida
era un enigma sin resolver. Pero, siempre, siempre , nos quedará la música de don
Federico y las manos, tan valencianas, de don Mario Monreal.
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