Si
en la entrada anterior hablábamos de Francisco de Icaza, en ésta le toca el
turno a Carmen de Icaza de León que nació en el último año del siglo XIX en
Madrid y murió en la misma ciudad ochenta años después. La niña podía ver y
escuchar en las tertulias paternas a autores como Juan Ramón Jiménez, Amado
Nervo, Ortega o Rubén Darío. Pero no sólo eso: su padre es trasladado a Berlín
y allí Carmen estudia lenguas clásicas y modernas por lo que hablaba con
soltura y desparpajo inglés, alemán e italiano. En 1930, se casó con Pedro
Montojo Sureda, que era militar, y fruto de ese matrimonio nace una hija,
Paloma, una muchacha de salud delicada que hizo que su madre la tuviera que
cuidar en casa y, al tener tiempo para escribir y teniendo esos tan buenos
antecedentes, se dedicó a ello. Se estrenó como novelista en 1935 con la novela
La boda del Duque Kurt que firmó como
Valeria de León, pero su gran éxito fue Cristina Guzmán, publicada al año
siguiente y , en su formato de radionovela, uno de los mayores éxitos del
serial en España junto a Lucecita o Simplemente María. Tanto fue el éxito de
la novela y del serial que se adaptó
para el teatro y se llevó al cine en dos ocasiones: en 1948 con Marta
Santaolalla, Ismael Merlo y Luis García Ortega y en 1968, con Aturo Fernández,
Rocío Dúrcal y Emilio Gutiérrez Caba. Sin embargo, en 1942, con Vestida de tul, vendió 10.000 ejemplares
en una semana lo que da una idea del éxito de Carmen de Icaza que fue la
precursora de Corín Tellado, la gran novelista de amor en España cuyas cifras
de ventas son más que sorprendentes, alucinantes. Tanto es así que, para
escándalo de intelectuales, hablaré de ella en una próxima entrada.
Pero seguimos con doña Carmen. Su hija
Paloma se casó con Íñigo Méndez de Vigo y del Arco y tuvo cuatro hijos: Íñigo,
Beatriz, Pedro y Valeria Méndez de Vigo y Montojo. El primero, ministro con Rajoy,
heredó el título de barón de Claret y lo
sigue ostentando.
Pero no termina la historia aquí: la
hermana de Carmen, Sonsoles, nacida en Ávila y marquesa de Llanzol, se casó en
1936 con Francisco de Paula Díez de Rivera y Casares, marqués de Llanzol y tuvo
tres hijos con él: Sonsoles, Francisco y Antonio. Fue la musa de Cristóbal
Balenciaga, el modisto de Guetaria, y, en 1940, inicia una relación con Ramón
Serrano Suñer, el cuñadísimo, de la que nacerá una hija: Carmen Díez de Rivera
y de Icaza. El marido de Sonsoles la reconoce como hija y en nada afecta esta
hija adulterina a su matrimonio pues siguieron juntos el marido y la mujer. Sin embargo, el hijo menor de Serrano Suñer
se enamoraría de esta Carmen y se tuvo que descubrir el pastel pues ambos eran
medio hermanos. Carmen Díez de Rivera de la que dijo Umbral en su Diario de un Snob: “En
ti ha encarnado como en nadie la rubia conspiración del tardofranquismo”.
En fin, con estas aventuras amorosas,
no es raro que la baronesa de Claret triunfara como escritora de novelas de
amor.
Por cierto, que ya hablé de ella en mi
blog el 28 de agosto de 2018 en una entrada en la que hablaba del chófer sordo
que tenían los baroneses de Claret para que condujera un elegante Mercedes
negro. Así que no os cuento más para no repetirme.
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