Como
ando muy obsesionado con Granada desde nuestra visita otoñal, vuelvo a esos
versos que se pueden leer en la Torre de la Vela y que tengo delante en mi
humilde escritorio:
Dale limosna, mujer,
que no hay en la vida
nada
como la pena de ser
ciego en Granada.
Estos versos son de Francisco de Asís
de Icaza y Beña, un escritor mexicano que pertenecía a la más rancia nobleza de
los españoles asentado en México. Había
nacido el 2 de febrero de 1863 en Ciudad de México y se dedicó, desde su
juventud, a la carrera diplomática. Algunos de sus libros de poemas son Efímeras (1892), La canción del camino (1895) o Cancionero
de la vida honda y la canción fugitiva ( 1922)
Los versos de Granada vienen porque se
casó con una jovencita a la que doblaba la edad, de nombre Beatriz de león y
Loynaz que, aunque nacida en La Habana, se había criado en Granada. De este matrimonio,
nació Carmen de Icaza de León que fue una famosa novelista de novelas rosas.
Muchas teorías hay sobre quién fue el
ciego del que habla Icaza en sus versos, pero eso da para mucho y hay que
aprovechar estas tardes que nos regala el otoño.
Bástale
a cada día su afán y para otra entrada, hablamos de la hija y del ciego.
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