Vamos,
si bien os parece, con el Evangelio de hoy, domingo XXVIII del tiempo
ordinario. El texto es de San Lucas, voy a irlo traduciendo casi de manera
interlineal para su mejor comprensión y
dice así en su lengua original:
Καὶ ἐγένετο ἐν τῷ
πορεύεσθαι εἰς Ἰερουσαλὴμ καὶ αὐτὸς διήρχετο διὰ μέσον Σαμαρείας καὶ Γαλιλαίας.
Y
sucedió que, yendo camino de Jerusalén pasaba por el centro de Samaría y
Galilea.
καὶ, εἰσερχομένου
αὐτοῦ εἴς τινα κώμην, ἀπήντησαν [αὐτῷ]
δέκα λεπροὶ ἄνδρες, οἳ ἔστησαν πόρρωθεν, εἰσερχομένου αὐτοῦ εἴς τινα κώμην. Esta
expresión es un genitivo absoluto en
griego que equivale al ablativo absoluto en latín: y, dirigiéndose Jesús a una aldea,
ἀπήντησαν: esta forma
verbal es del verbo ἀπο - ἀντιάω y está en la tercera persona del plural del
aoristo de indicativo: salieron a su
encuentro diez hombres leprosos que se pararon lejos (πόρρωθεν). Tenemos
que pararnos en este adverbio. Dice Enrique Martínez de la Lama en su
comentario al Evangelio de hoy: “Había un dicho en tiempo de Jesús: “Cuatro categorías de personas son como los muertos:
los pobres, el leproso, los ciegos y los que no tienen hijos”. Todas las enfermedades eran consideradas un castigo
de Dios por los pecados, pero la lepra era el símbolo del pecado mismo”.
Los leprosos no se podían acercar a nadie y nadie podía tocar a un leproso
aunque, recordemos que Jesús, saltándose la ley, tocó en varias ocasiones a leprosos. Por tanto, los leprosos se tuvieron que
quedar a lo lejos.
Pero los leprosos le
pedían misericordia a Jesús:
καὶ αὐτοὶ ἦραν φωνὴν
λέγοντες, Ἰησοῦ ἐπιστάτα, ἐλέησον ἡμᾶς.
Y
estos estaban dando voces: “Jesús, maestro, apiádate de nosotros”.
Y Jesús no permanece
impasible:
καὶ ἰδὼν εἶπεν αὐτοῖς,
Πορευθέντες ἐπιδείξατε ἑαυτοὺς τοῖς ἱερεῦσιν.
Y Jesús, al verlos,
les dijo: “Id a presentaros a los
sacerdotes”. ¿Por qué les manda Jesús
a los sacerdotes? Porque, como
bien explicaba hoy Juan carlos Martínez, capellán de “mis monjitas” de El
Pinarillo, sólo ellos, en el templo y
cobrando “un dinerillo”, podrían
certificar que los leprosos estaban curados. Pero quiero que os fijéis en un
detalle: si Jesús les manda ir a los sacerdotes es porque ya tenía en su corazón
la ida de curarlos pues, de no haber sido así, no hubiera tenido sentido el que
los enviara al templo. Mas sigamos pues el texto nos aclara que ocurrió lo que
ya tenía pensado Jesús:
καὶ ἐγένετο ἐν τῷ ὑπάγειν
αὐτοὺς ἐκαθαρίσθησαν.
Y sucedió que. mientras
iban, quedaron curados.
Y sigue san Lucas:
εἷς δὲ ἐξ αὐτῶν, ἰδὼν ὅτι ἰάθη, ὑπέστρεψεν
μετὰ φωνῆς μεγάλης δοξάζων τὸν θεόν,
Uno
de estos, viendo que estaba curado, se volvió (ὑπέστρεψεν) dando grandes voces
y alabando a Dios. El verbo que he colocado entre
paréntesis es fundamental en el texto: se volvió. Los otros siguieron sin
acordarse de su benefactor, pero éste se volvió.
καὶ ἔπεσεν ἐπὶ πρόσωπον
παρὰ τοὺς πόδας αὐτοῦ εὐχαριστῶν αὐτῷ·
Y
se postró con el rostro en tierra a los pies de Jesús dándole gracias
(εὐχαριστῶν αὐτῷ· )
καὶ αὐτὸς ἦν Σαμαρίτης.
Y éste era un
samaritano. Es decir, un extranjero como lo era Naamán el sirio en la primera
lectura del Libro de los Reyes que, no lo olvidemos, al principio, desconfiaba
de Eliseo pues “también tenía él ríos en su tierra”.
ἀποκριθεὶς δὲ ὁ Ἰησοῦς εἶπεν, Οὐχὶ οἱ δέκα ἐκαθαρίσθησαν;
οἱ δὲ ἐννέα ποῦ;
Respondiendo
Jesús, le dijo: ¿No han sido curados diez?; ¿dónde están los otros nueve?
οὐχ εὑρέθησαν ὑποστρέψαντες
δοῦναι δόξαν τῷ θεῷ εἰ μὴ ὁ ἀλλογενὴς οὗτος;
¿No
han sido encontrados los que se volvieran para dar gloria a Dios sino este extranjero?
καὶ εἶπεν αὐτῷ, Ἀναστὰς
πορεύου· ἡ πίστις σου σέσωκέν σε.
Y
le dijo: Levántate y vete.
Y, de nuevo, el uso el perfecto en el evangelio de Lucas:
σέσωκέν σε. Tu fe te
ha salvado para siempre porque, como expliqué el otro día, el uso del perfecto
nos indica que es una acción terminada para siempre. El leproso agradecido
quedó salvado, totalmente limpio de sus pecados anteriores y, sobre todo,
limpio de la lepra para el resto de su vida, esa enfermedad que lo apartaba del
mundo.
Espero que os haya
gustado.
El cuadro con el que
ilustre mi humilde entrada es Cristo y
los leprosos de Gebhard Fugel y se encuentra en le Museo Diocesano de
Freising, ciudad de Baviera.
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