MATANDO HIPPIES EN LAS CÍES
Vienen sus amigos,
pero me da igual,
son unos hippies,
y los voy a matar.
matando hippies en las
cíes- Siniestro Total
-
¿Abuelo, ¿tú has matado hippies en las
Cíes?
El
abuelo que estaba leyendo El Faro de Vigo, dejó sus gafas encima de la mesa y
con gesto asombrado, le preguntó a su nieto:
-
Bras, ¿por qué me preguntas eso?
-
Porque en el colegio nos han hablado
de las Cíes Y la profesora nos ha puesto una canción de hace muchos años que se
llamaba Matando hippies en las Cíes.
-
¿Ves a tu abuelo matando a alguien?
-
Pues no, pero no sé lo que hiciste de
joven.
-
Pues, Bras, estudiar y, algunos fines
de semana, ir a tomar unos vinos al Bar Puerto.
-
¿Sólo eso?
-
Pues sí, sólo eso.
-
Oye, y de Julio César ¿qué me puedes
contar?
-
¡Hombre, Bras, pues lo que he leído!
¡No soy tan viejo para haberlo tratado, pero algo te puedo contar sacado de los
libros. Julio César vino a Hispania por dos motivos: uno, querido Bras, para
combatir a los herminios en el norte de la Lusitania, en la tierra de los
galaicos. Consiguió sus objetivos pues como cuenta Plutarco “Era éste (Bruto) el que atacando la
Lusitania, fue el primero en atravesar con un ejército el Lethes”. Una vez llegado a Hispania, desplegó rápidamente una intensa actividad; en
pocos días logró reunir diez cohortes y las añadió a las veinte que se
encontraban allí; marchando contra los galaicos y lusitanos, los derrotó y
avanzó hasta el Mar Exterior, sometiendo a los pueblos que aún no prestaban
obediencia a los romanos». Pero
su objetivo, meu Bras,- siguió el abuelo-, también
era conseguir dinero porque sus primeros pinitos políticos le habían costado un
dineral y le debía mucho dinero a Craso, un romano riquísimo con el que, unos
años más tarde, acabaría formando el primer triunvirato: César, Pompeyo y
Craso.
-
Abuelo, ¿qué es un triunvirato?
-
Un gobierno de tres cónsules en
lugar de los dos que eran los habituales en el sistema romano. Para que lo
entiendas mejor, un mismo gobierno con tres presidentes.
-
¿Como si en España gobernaran Pedro
Sánchez, nuestro paisano Feijoo y otro más?
-
Mas o menos. Pero te sigo contando.
Julio César consiguió con esta campaña fama militar y mucho dinero. ¡Qué más se
puede pedir! Si leemos a Suetonio, Apiano y a Dion Casio, César estuvo en la
actual Serra da Estrela y los herminios se refugiaron en las islas Berlengas
que están frente a la costa portuguesa de Peniche.
-
Entonces, ¿no pisó las Cíes?
-
Pues, si te soy sincero y me atengo
a estos historiadores, no puso nunca su pie en ellas. Sin embargo – añadió el
abuelo viendo la cara de contrariedad de su nieto- José de Santiago y Gómez, en
1896, cuenta que César, al frente de dos legiones, llegó a Erizana, lo que hoy es
Baiona, persiguiendo a los herminios que se habían refugiado en las Cíes una de
cuyas islas se llamaba Albiano. Mira, - dijo el abuelo cogiendo un libro de un
estante-, te leo lo que dice este historiador:
“Allí existía un templo druídico frecuentado por los
que querían llegar a los últimos grados de iniciación religiosa y, por ser
lugar sagrado, lo consideraban los herminios como invulnerable y estaban
tranquilos en este refugio».
-
Según la narración de esta Historia de Vigo, César intentó desembarcar en la isla del Sur, San
Martiño, entonces llamada Lancia. Pero, ante la resistencia de los defensores,
que arrojaron una lluvia de flechas y piedras, finalmente pisó Rodas, en la
isla de Faro. Y un poco más adelante sigue diciendo este historiador:
“El invencible general no pudo pues vencer a los herminios por as armas;
tuvo que rendirlos por el asedio y el hambre, ya que ninguna nave amiga podía
ya acercarse a las Cíes. Al final pidieron la paz y Julio César pasó a las
islas. Allí descansó una temporada. Y allí no será difícil encontrar vestigios
de su paso».
-
Pues vemos aquí, abuelo, que sí que pisó las Cíes.
-
Ya, pero Víctor Alonso Troncoso, catedrático de la
Universidade da Coruña, no lo tiene tan claro y cree que no estuvo. Es más,
cuando habla de este asunto nos cuenta que llegó desde Gades una flota que, al mando de Lucio Cornelio Balbo, ilustre
gaditano y amigo de César, al que Cicerón
escribió un famoso discurso, ayudó a Julio
César que llegó incluso hasta el golfo
Ártabro y que se apoderó de los castros costeros comenzando por el de Santa
Tecla; pero, si no lo he leído mal, no dedica ni una palabra a las Islas Cíes.
-
O sea que este profesor coruñés no cree que estuviera
en las Cíes.
-
Pues la verdad es que no. Sin embargo, Xosé María
Álvarez Blázquez, que fue cronista de la ciudad olívica y que tenía un fino
humor gallego, hasta nos da la fecha exacta en que César puso el pie en las
Cíes: 24 de agosto del año 60 a. C.
-
Pues yo le creo más a éste que no al coruñés porque ya
sabes que los coruñeses dicen en el
fútbol aquello de “vigueses, portugueses” y creo que lleva la contraria tan sólo para
fastidiarnos a los de Vigo.
-
Bras, meu neto, una cosa es el fútbol y otra la
historia. Pero, oye, estamos hablando y no te he preguntado si has estado
alguna vez en las Cíes.
-
No, nunca estuve.
-
Pues te voy a llevar.
-
Y ¿veremos hippies?
-
No, Bras, los hippies son ahora consejeros delegados
en empresas eléctricas o en multinacionales. Algunos habrá también conselleiros y puede que hasta algún
ministro en el gobierno de España. Lo de
“haz el amor y no la guerra” está muy bien cuando se tienen veinte años, pero
luego, en fin, vamos a dejarlo.
-
¿Tú fuiste hippie en las Cíes?
-
Si yo te contara, Bras… Pero venga, acaba los deberes
que te tengo que llevar a casa de tus padres.
Bras siguió con los deberes y el abuelo retomó con una sonrisa la lectura
de El Faro de Vigo añorando sus veinte años y recordando o viño do país que servían y sirven en el Bar Puerto.
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