domingo, 30 de octubre de 2022


 

MATANDO HIPPIES EN LAS CÍES

 

Vienen sus amigos,
pero me da igual,
son unos hippies,
y los voy a matar.

matando hippies en las cíes- Siniestro Total

 

-         ¿Abuelo, ¿tú has matado hippies en las Cíes?

El abuelo que estaba leyendo El Faro de Vigo, dejó sus gafas encima de la mesa y con gesto asombrado, le preguntó a su nieto:

-         Bras, ¿por qué me preguntas eso?

-         Porque en el colegio nos han hablado de las Cíes Y la profesora nos ha puesto una canción de hace muchos años que se llamaba Matando hippies en las Cíes.

-         ¿Ves a tu abuelo matando a alguien?

-         Pues no, pero no sé lo que hiciste de joven.

-         Pues, Bras, estudiar y, algunos fines de semana, ir a tomar unos vinos al Bar Puerto.

-         ¿Sólo eso?

-         Pues sí, sólo eso.

-         Oye, y de Julio César ¿qué me puedes contar?

-         ¡Hombre, Bras, pues lo que he leído! ¡No soy tan viejo para haberlo tratado, pero algo te puedo contar sacado de los libros. Julio César vino a Hispania por dos motivos: uno, querido Bras, para combatir a los herminios en el norte de la Lusitania, en la tierra de los galaicos. Consiguió sus objetivos pues como cuenta Plutarco “Era éste (Bruto) el que atacando la Lusitania, fue el primero en atravesar con un ejército el Lethes”.  Una vez llegado a Hispania, desplegó rápidamente una intensa actividad; en pocos días logró reunir diez cohortes y las añadió a las veinte que se encontraban allí; marchando contra los galaicos y lusitanos, los derrotó y avanzó hasta el Mar Exterior, sometiendo a los pueblos que aún no prestaban obediencia a los romanos». Pero su objetivo, meu Bras,- siguió el abuelo-,   también era conseguir dinero porque sus primeros pinitos políticos le habían costado un dineral y le debía mucho dinero a Craso, un romano riquísimo con el que, unos años más tarde, acabaría formando el primer triunvirato: César, Pompeyo y Craso.

-         Abuelo, ¿qué es un triunvirato?

-         Un gobierno de tres cónsules en lugar de los dos que eran los habituales en el sistema romano. Para que lo entiendas mejor, un mismo gobierno con tres presidentes.

-         ¿Como si en España gobernaran Pedro Sánchez, nuestro paisano Feijoo y otro más?

-         Mas o menos. Pero te sigo contando. Julio César consiguió con esta campaña fama militar y mucho dinero. ¡Qué más se puede pedir! Si leemos a Suetonio, Apiano y a Dion Casio, César estuvo en la actual Serra da Estrela y los herminios se refugiaron en las islas Berlengas que están frente a la costa portuguesa de Peniche.

-         Entonces, ¿no pisó las Cíes?

-         Pues, si te soy sincero y me atengo a estos historiadores, no puso nunca su pie en ellas. Sin embargo – añadió el abuelo viendo la cara de contrariedad de su nieto- José de Santiago y Gómez, en 1896, cuenta que César, al frente de dos legiones, llegó a Erizana, lo que hoy es Baiona, persiguiendo a los herminios que se habían refugiado en las Cíes una de cuyas islas se llamaba Albiano. Mira, - dijo el abuelo cogiendo un libro de un estante-, te leo lo que dice este historiador:

“Allí existía un templo druídico frecuentado por los que querían llegar a los últimos grados de iniciación religiosa y, por ser lugar sagrado, lo consideraban los herminios como invulnerable y estaban tranquilos en este refugio».

-         Según la narración de esta Historia de Vigo, César intentó desembarcar en la isla del Sur, San Martiño, entonces llamada Lancia. Pero, ante la resistencia de los defensores, que arrojaron una lluvia de flechas y piedras, finalmente pisó Rodas, en la isla de Faro. Y un poco más adelante sigue diciendo este historiador:

“El invencible general no pudo pues vencer a los herminios por as armas; tuvo que rendirlos por el asedio y el hambre, ya que ninguna nave amiga podía ya acercarse a las Cíes. Al final pidieron la paz y Julio César pasó a las islas. Allí descansó una temporada. Y allí no será difícil encontrar vestigios de su paso».

-         Pues vemos aquí, abuelo, que sí que pisó las Cíes.

-         Ya, pero Víctor Alonso Troncoso, catedrático de la Universidade da Coruña, no lo tiene tan claro y cree que no estuvo. Es más, cuando habla de este asunto nos cuenta que llegó desde Gades una flota que,  al mando de Lucio Cornelio Balbo, ilustre gaditano y amigo de César,  al que Cicerón escribió un famoso discurso,  ayudó a Julio César que  llegó incluso hasta el golfo Ártabro y que se apoderó de los castros costeros comenzando por el de Santa Tecla;  pero, si no lo he leído mal,  no dedica ni una palabra a las Islas Cíes.

-         O sea que este profesor coruñés no cree que estuviera en las Cíes.

-         Pues la verdad es que no. Sin embargo, Xosé María Álvarez Blázquez, que fue cronista de la ciudad olívica y que tenía un fino humor gallego, hasta nos da la fecha exacta en que César puso el pie en las Cíes: 24 de agosto del año 60 a. C.

-         Pues yo le creo más a éste que no al coruñés porque ya sabes que los coruñeses dicen en  el fútbol aquello de “vigueses, portugueses” y  creo que lleva la contraria tan sólo para fastidiarnos a los de  Vigo.

-         Bras, meu neto, una cosa es el fútbol y otra la historia. Pero, oye, estamos hablando y no te he preguntado si has estado alguna vez en las Cíes.

-         No, nunca estuve.

-         Pues te voy a llevar.

-         Y ¿veremos hippies?

-         No, Bras, los hippies son ahora consejeros delegados en empresas eléctricas o en multinacionales. Algunos habrá también conselleiros y puede que hasta algún ministro en el gobierno de España.  Lo de “haz el amor y no la guerra” está muy bien cuando se tienen veinte años, pero luego, en fin, vamos a dejarlo.

-         ¿Tú fuiste hippie en las Cíes?

-         Si yo te contara, Bras… Pero venga, acaba los deberes que te tengo que llevar a casa de tus padres.

Bras siguió con los deberes y el abuelo retomó con una sonrisa la lectura de El Faro de Vigo añorando sus veinte años y recordando o viño do país que servían y sirven en el Bar Puerto.

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