De
Alejandro hay mucho que hablar, pero hoy quiero contaros algo que es curioso. En el año 330.a. C, muere Darío III, el gran
rey de los persas. Y nada más morir Darío, Alejandro adopta las costumbres persas.
Recordemos que tres años antes, en el año 227 a. C., se había casado con la
hija del noble bactriano Oxiartes. No sabemos, aunque parece que sí, si
Alejandro se casó por amor o por interés político porque, casado con la hija
del noble de Bactria, le sería muchos más fácil parlamentar con Oxiartes e
introducirse en la sociedad persa. Sin embargo, lo más curioso es que, desde la
muerte de Darío III, Alejandro adoptó la manera de vestir persa y, lo que es mucho más importante, adoptó las formas de
representación de la monarquía persa. ¿Por qué hizo esto? Es posible que para
infundir auctoritas en los persas que
vieron en el macedonio un persa “de toda la vida” y un persa que mandaba tanto
y de la misma manera que sus reyes
tradicionales. Curiosamente, ese boato
persa incluía la προκύνεισς, es decir, ponerse de rodillas ante el rey durante las audiencias. Me podéis decir
que ya en la Ilíada y en la Odisea, se nos dice que los griegos, para suplicar,
se abrazaban a las rodillas, pero esto es algo totalmente distinto: se trata,
ni más ni menos, de que los cortesanos se tenían que arrodillar ante su
persona. Al pobre Alejandro le llegaría
la Parca tres años después, pero Alejandro ya era el amo indiscutido de Persia
algo que ni su padre Filipo II, ni Jasón de Feras habían conseguido.
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