Mi
abuelo Luis hablaba mucho de él porque había estado al mando de la sección de
la Ciudad Universitaria en la Guerra Civil. Joaquín Ríos Capapé era un catalán
de Figueras que había nacido un año tan “señalado” como 1898. General
africanista que, al decir del padre de Carmen Polo, equivalía a un torero, fue
el primero en salir de su acuartelamiento en Villa Jordana. Lo curioso es que
Ríos Capapé se sublevó antes de la sublevación, pero, como veremos más adelante,
esto de ser el primero era muy del gusto de este militar. Ríos Capapé tomó
Villa Sanjurjo y se dirigió a Melilla en donde se incorpora a la guarnición
melillense que se había sublevado contra el gobierno de la República. Según ha
contado muchas veces Fernando Arrabal, su padre, destinado en Melilla, se opuso
a la sublevación y lo pagó con su vida. Don Joaquín cruza a la península y en la primavera del 37, tras haber llegado
a la Ciudad Universitaria, es nombrado coronel. Como lo adelantarse era lo suyo,
Ríos Capapé entró el primero por el puente de Usera y se adelantó a los otros
oficiales y al mismísimo Franco que nunca se lo perdonó. Pero a don Joaquín
poco le importó el perdón de Franco porque en la posguerra siguió ascendiendo y
llegó a teniente general. Cuentan que tenía un bar al principio de la Gran Vía
madrileña en donde vendía ginebra y whisky que se hacía traer desde Tánger o
bien él mismo la traía aprovechando sus
numerosos viajes. Otra táctica que empleaba era “meterles unas cuantas cajas” a
los pilotos militares. El bar de la Gran Vía se convirtió en el favorito de la
alta sociedad madrileña y en la barra de ese bar, la santa esposa del general
proporcionaba vales de gasolina de estraperlo que ya sabéis que estaban en la
época del gasógeno y no había mucha. El general conocía muy bien las mujeres de
vida alegre de Tánger, se echaba sus ruletas y sus bacarrás en el Círculo
Hebreo y, cuando se terciaba, echaba una partidita al póquer con la mujer de Orgaz Yoldi, el general
vitoriano que era jefe del Alto Estado Mayor de Tetuán.
Sin duda, Ríos Capapé no fue un ejemplo moral, pero a los
que no hemos roto un plato en nuestra puñetera vida nos produce una cierta
atracción. En fin, cosa para consultarle al psicólogo esto de la atracción por
lo canalla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario