lunes, 13 de julio de 2020

NON CHORES, SABELIÑA


Allá por los años veinte del siglo pasado, hubo en Galicia la buena idea de componer zarzuelas con libreto en gallego. Os voy a hablar de dos: Non chores, Sabeliña y A lenda do Montelongo de Bernardo del Río, compositor de Vilagarcía de Arousa. En esta entrada os hablo de la primera y, en otra, de la segunda porque hay que hacer las cosas con un poco de orden.
         Non chores, Sabeliña es una zarzuela gallega cuya música es del maestro Gustavo Freire Penelas, gran músico gallego del que se deben obras tan famosas como “Airiños aires” o “Festa na tolda”. Por cierto, que Freire da nombre al auditorio de música lucense. La letra en gallego es de José Trapero Pardo. La edición que poseo es la que hizo la Xunta de Galicia, más en concreto la Dirección Xeral de Política Lingüística, para la representación que se llevó a cabo en el auditorio homónimo del autor de la música un 27 de mayo de 1992 y un 22 de junio de ese mismo año.
         Freire puso una música sencilla pensada para que “a sua Sabeliña” fuera representada por aficionados sin grandes conocimientos de canto, pero la obra es entretenida y trata, como no podía ser menos, de los amores de Sabela por Xosé que anda que sí que no con una tal Rosa da Avilleira. La obra termina bien y Sabeliña chora, mais chora pouquiño porque Xose acaba volvendo con ela. Coma ten que ser!
         Sin embargo, quiero hacer una reflexión final que me sirve para ésta y para la otra zarzuela pues ambas se escribieron en una situación muy concreta: la dictadura de Primo de Rivera que había prohibido las que se hablara gallego, vasco o catalán. Es la época de las Irmandades da Fala ( aunque éstas sean anteriores a la dictadura de Primo) y del grupo Nos. Galicia, postergada durante siglos, desangrada por una emigración desde mediados del XIX y abandonada por el gobierno central, quería ( y tenía) que hacerse oír. En aquellos momentos, un nacionalismo gallego era absolutamente necesario pues nada tenía que ver la Galicia que hoy conocemos con la que era, sin ir más lejos, en los años setenta del pasado siglo. Pero de eso ya os contaré en otra entrada.

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