Tras
algunos intentos de Julio César y de Calígula, los romanos se tomaron en serio
la conquista de Gran Bretaña en el año 43 d.C y fue el emperador Claudio el que
comenzó la ocupación y el que, al tener un hijo, le puso por nombre Británico.
Por entonces habitaban la isla unos pueblos célticos de lengua celta que eran
los britones. La presencia romana se mantuvo hasta el año 409, es decir, fueron
casi cuatrocientos años de presencia romana en la isla y las tierras del sur
estaban, en el siglo V, fuertemente latinizadas pues el latín era la lengua de
la población urbana, de la administración, de las clases altas, del ejército y
de la Iglesia. En las tierras altas, la romanización fue mucho menor y el
britónico común era la lengua de mayor uso. Es más, se fue creando un latín
británico que hubiera podido derivar en un romance británico y, hoy en día, en
la pérfida Albión hablarían una lengua romance. ¿Por qué no ocurrió eso? Los
arqueólogos nos cuentan que, al marcharse los romanos a principios del siglo V,
el latín fue perdiendo terreno como lengua de uso cotidiano y fueron el
anglosajón y el britónico los que ocuparon su lugar. Por eso es por lo que
ahora en Londinum se habla en inglés y no en una lengua romance que se hubiera
podido llamar británico. Luego ya sabéis lo que pasó: las luchas de bretones y
sajones, la Armada Invencible, la reina Isabel I y la reina Victoria y las academias
de inglés que son un chollo se mire por donde se mire. ¿Hubiera habido
academias de británico en la actualidad? Vaya usted a saber.
No hay comentarios:
Publicar un comentario