sábado, 25 de julio de 2020

LEOPOLDO PANERO TORBADO, EL GRAN POETA DE LA GENERACIÓN DEL 36


Hoy mismo he terminado de leer la Poesía completa de Leopoldo Panero que ha sido toda una experiencia gozosa para este verano del año 2020. No comprendo por qué (o sí  que lo comprendo como lo comprendéis vosotros) cuando abres la Wikipedia, lo primero que se dice de Panero es que fue un poeta falangista como si el hecho de ser falangista ya lo desterrara para siempre jamás de los elegidos de los dioses. Nada tiene que ver la obra poética con el pensamiento de un autor como bien dijo el poeta y profesor Guillermo Carnero: “ Se puede omitir la obra de un escritor por falta de calidad, pero no por sus ideas, aunque éstas nos resulten ajenas”. Gran verdad que se olvida con los poetas “de derechas”, pero que sirven para glorificar a otros que, siempre que estén en nuestra misma cuerda, ya son tenidos por prodigios. Ahí están los Versos del Guadarrama, La estancia vacía, El Canto Personal (Carta perdida a Pablo Neruda),  del que hablaremos en una entrada aparte,  o su último libro, La cándida puerta (1960) que tiene un mucho de premonitorio sobre su cercana muerte. Tan sólo os voy a dejar este soneto que Panero dedica a una costurera que había en su casa y que llevo en mi corazón desde mi lejano COU en los Corazonistas:

EPITAFIO A DOLORES

Dolores, costurera de mi casa,
añosa de mi casa, vieja amiga;
era tu corazón crujiente miga
de pan; eran tus ojos lenta brasa.

del horno dulce donde Dios amasa
en bondad nuestros huesos, donde abriga
con insomne calor al que mendiga
la sed de la humildad y el agua escasa.

En noble lienzo blanco entretejiste
mi amor y tu costumbre, y ahora siento,
la túnica inconsútil de tus manos.

Una mañana, en soledad, dormiste;
aún infantil de risa el pensamiento,
aún negros los cabellos entrecanos.

         Tan sólo le pongo una pega a tan hermoso soneto: que la miga no puede ser nunca crujiente, pero, por lo demás, está Panero en su mejor oficio con esos encabalgamientos que buscan a Dios en las estrofas.
         Si no tenéis prejuicios y queréis disfrutar de una poesía que ya no se hace, dedicad algún tiempo a la lectura de don Leopoldo Panero Torbado. Os aseguro que no os arrepentiréis.

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