Hoy mismo he terminado de leer la Poesía completa de Leopoldo Panero que
ha sido toda una experiencia gozosa para este verano del año 2020. No comprendo
por qué (o sí que lo comprendo como lo
comprendéis vosotros) cuando abres la Wikipedia, lo primero que se dice de Panero
es que fue un poeta falangista como si el hecho de ser falangista ya lo desterrara
para siempre jamás de los elegidos de los dioses. Nada tiene que ver la obra
poética con el pensamiento de un autor como bien dijo el poeta y profesor
Guillermo Carnero: “ Se puede omitir la obra de un escritor por falta de
calidad, pero no por sus ideas, aunque éstas nos resulten ajenas”. Gran verdad
que se olvida con los poetas “de derechas”, pero que sirven para glorificar a
otros que, siempre que estén en nuestra misma cuerda, ya son tenidos por
prodigios. Ahí están los Versos del
Guadarrama, La estancia vacía, El
Canto Personal (Carta perdida a Pablo Neruda), del que hablaremos en una entrada aparte, o su último libro, La cándida puerta (1960) que tiene un mucho de premonitorio sobre su
cercana muerte. Tan sólo os voy a dejar este soneto que Panero dedica a una
costurera que había en su casa y que llevo en mi corazón desde mi lejano COU en
los Corazonistas:
EPITAFIO A
DOLORES
Dolores,
costurera de mi casa,
añosa de mi
casa, vieja amiga;
era tu
corazón crujiente miga
de pan; eran
tus ojos lenta brasa.
del horno
dulce donde Dios amasa
en bondad
nuestros huesos, donde abriga
con insomne
calor al que mendiga
la sed de
la humildad y el agua escasa.
En noble
lienzo blanco entretejiste
mi amor y
tu costumbre, y ahora siento,
la túnica
inconsútil de tus manos.
Una mañana,
en soledad, dormiste;
aún
infantil de risa el pensamiento,
aún negros
los cabellos entrecanos.
Tan sólo le pongo una pega a tan
hermoso soneto: que la miga no puede ser nunca crujiente, pero, por lo demás,
está Panero en su mejor oficio con esos encabalgamientos que buscan a Dios en
las estrofas.
Si no tenéis prejuicios y queréis
disfrutar de una poesía que ya no se hace, dedicad algún tiempo a la lectura de
don Leopoldo Panero Torbado. Os aseguro que no os arrepentiréis.
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