Siempre
he tenido un vivo interés por la arquitectura porque he considerado que, como
el resto de las Bellas Artes, nos hacía la vida más agradable. En el caso de
este arte, considero que nos crea un paisaje urbano en el que podemos ir
leyendo como si se tratara de un libro. Por eso voy a dedicar tres entradas a
tres arquitectos que me parecen fundamentales en el mundo arquitectónico del
siglo XX español: Luis Gutiérrez Soto, Antonio Iglesias Ramilo y Francisco
Javier Sainz de Oiza. Tan sólo pondré varias obras por las que podamos
reconocer a cada uno de los famosos arquitectos que he nombrado.
Luis
Gutiérrez Soto nació en Madrid en 1900, pero vivió entre la capital y El
Escorial, lugar que significará, como veremos más adelante, una referencia muy
importante en su vida. Lo curioso es que, tal y como cuenta en una entrevista a
Juan Daniel Fullaondo, fue que casi se queda sin ser arquitecto. ¿Cómo pudo ser
esto cuando llegó a ser uno de los más reconocidos arquitectos españoles? Él
mismo se lo cuenta a Fullaondo en la entrevista cuando le dice que, tras haber
sido número uno en estatua, se le atascó el dibujo de ornato hasta el punto de
que perdió todas las convocatorias. Gutiérrez Soto se marchó a estudiar
Navales, pero le dieron prórroga en Arquitectura y pudo regresar en donde finalmente
obtuvo el título en 1923.
Por
su arte pasó el eclecticismo, el racionalismo, el neomudéjar o el estilo
“imperial” escurialense y se calcula que intervino en 650 proyectos, pues de su
lápiz salieron obras tan conocidas como las siguientes:
-
1926-. Cine Callao en Madrid
-
1930. Cine Barceló que luego pasó a ser la
discoteca Pachá.
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El cine
Narváez (1939), el Montera, el Rex, el
Carlos III y otros muchos cines de Madrid.
-
En 1930, emprendía las obras del primitivo
edificio del aeropuerto de Madrid – Barajas y también son obras suyas el Club
de Campo, la Playa de Madrid, la Real Sociedad de Tiro Pichón en la carretera
de El Pardo, el Avión Club y la piscina La Isla, que estaba en el río Manzanares
y que, en la actualidad, ha desaparecido.
Sin embargo,
hay un monumento que es como el buque insignia de su arquitectura y que recibió
toda la influencia de su infancia escurialense: el Ministerio del Aire al que
el pueblo de Madrid, con su peculiar sentido del humor, llamó desde muy pronto “el
monasterio del Aire” porque la traza no podía ser más herreriana.
Sería
prolijo seguir con la ingente obra de este artista y ya hemos dicho que tan
sólo vamos a mencionar unas cuantas obras, per o tan sólo deciros que suyas son
las estaciones de Soria y de Zaragoza, el Marcado Mayorista de Málaga,
edificios de viviendas como los de Padilla 32 (propiedad de la familia Gamazo),
la Torre del Retiro ( no la confundamos con la Torre de Valencia), el Hotel
Richmond de Madrid en la Plaza de la República Argentina en donde estaba el
restaurante de la cántabra Mayte y, para terminar, la parroquia de Santa María
del Monte Carmelo en la madrileña calle de Ayala.
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