jueves, 9 de julio de 2020

LUIS GUTIÉRREZ SOTO, EL ARQUITECTO QUE CAMBIÓ MADRID


Siempre he tenido un vivo interés por la arquitectura porque he considerado que, como el resto de las Bellas Artes, nos hacía la vida más agradable. En el caso de este arte, considero que nos crea un paisaje urbano en el que podemos ir leyendo como si se tratara de un libro. Por eso voy a dedicar tres entradas a tres arquitectos que me parecen fundamentales en el mundo arquitectónico del siglo XX español: Luis Gutiérrez Soto, Antonio Iglesias Ramilo y Francisco Javier Sainz de Oiza. Tan sólo pondré varias obras por las que podamos reconocer a cada uno de los famosos arquitectos que he nombrado.
         Luis Gutiérrez Soto nació en Madrid en 1900, pero vivió entre la capital y El Escorial, lugar que significará, como veremos más adelante, una referencia muy importante en su vida. Lo curioso es que, tal y como cuenta en una entrevista a Juan Daniel Fullaondo, fue que casi se queda sin ser arquitecto. ¿Cómo pudo ser esto cuando llegó a ser uno de los más reconocidos arquitectos españoles? Él mismo se lo cuenta a Fullaondo en la entrevista cuando le dice que, tras haber sido número uno en estatua, se le atascó el dibujo de ornato hasta el punto de que perdió todas las convocatorias. Gutiérrez Soto se marchó a estudiar Navales, pero le dieron prórroga en Arquitectura y pudo regresar en donde finalmente obtuvo el título en 1923.
         Por su arte pasó el eclecticismo, el racionalismo, el neomudéjar o el estilo “imperial” escurialense y se calcula que intervino en 650 proyectos, pues de su lápiz salieron obras tan conocidas como las siguientes:
-         1926-. Cine Callao en Madrid
-         1930. Cine Barceló que luego pasó a ser la discoteca Pachá.
-          El cine Narváez (1939),  el Montera, el Rex, el Carlos III y otros muchos cines de Madrid.
-         En 1930, emprendía las obras del primitivo edificio del aeropuerto de Madrid – Barajas y también son obras suyas el Club de Campo, la Playa de Madrid, la Real Sociedad de Tiro Pichón en la carretera de El Pardo, el Avión Club y la piscina La Isla, que estaba en el río Manzanares y que, en la actualidad, ha desaparecido.

Sin embargo, hay un monumento que es como el buque insignia de su arquitectura y que recibió toda la influencia de su infancia escurialense: el Ministerio del Aire al que el pueblo de Madrid, con su peculiar sentido del humor, llamó desde muy pronto “el monasterio del Aire” porque la traza no podía ser más herreriana.
Sería prolijo seguir con la ingente obra de este artista y ya hemos dicho que tan sólo vamos a mencionar unas cuantas obras, per o tan sólo deciros que suyas son las estaciones de Soria y de Zaragoza, el Marcado Mayorista de Málaga, edificios de viviendas como los de Padilla 32 (propiedad de la familia Gamazo), la Torre del Retiro ( no la confundamos con la Torre de Valencia), el Hotel Richmond de Madrid en la Plaza de la República Argentina en donde estaba el restaurante de la cántabra Mayte y, para terminar, la parroquia de Santa María del Monte Carmelo en la madrileña calle de Ayala.

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