Otra
vez estamos aquí y seguimos metidos en faena. Vamos a por el resto:
Ἔπεμψε
μὲν οὖν καλῶν αὐτὴν ἐπὶ τὸ δεῖπνον· ἡ δὲ μᾶλλον ἐκεῖνον ἠξίου πρὸς ἑαυτὴν ἥκειν.
εὐθὺς οὖν τινα βουλόμενος εὐκολίαν ἐπιδείκνυσθαι καὶ φιλοφροσύνην, ὑπήκουσε καὶ
ἦλθεν. ἐντυχὼν δὲ παρασκευῇ λόγου κρείττονι, μάλιστα τῶν φώτων τὸ πλῆθος ἐξεπλάγη.
[26.7] τοσαῦτα γὰρ λέγεται καθίεσθαι καὶ ἀναφαίνεσθαι πανταχόθεν ἅμα, καὶ
τοιαύταις πρὸς ἄλληλα κλίσεσι καὶ θέσεσι διακεκοσμημένα καὶ συντεταγμένα
πλαισίων καὶ περιφερῶν τρόπῳ, ὥστε τῶν ἐν ὀλίγοις ἀξιοθεάτων καὶ καλῶν ἐκείνην
γενέσθαι τὴν ὄψιν.
Envió (Antonio) entonces un
recado con el que la invitaba a cenar, pero, como ella (Cleopatra) había pedido que mejor fuera él el que
acudiese a ella, al punto atendió su demanda y, queriendo dar muestras de
afabilidad y de maneras corteses, acudió a la invitación.
¡Qué
lista que eras Cleopatra! Con exquisita
sabiduría femenina, hace que sea él el que vaya a su nave.
Se encontró (Antonio ) allí con
unos preparativos que superaban todo lo expresable aunque lo que más le
impresionó fue la gran cantidad de luces.
Antonio
se va para la barcaza y se sorprende con la cantidad de luces. Sin duda,
Antonio no había estado nunca en el Vigo de Abel Caballero que ilumina la
ciudad de tal forma que se ve, según las malas lenguas, desde la otra orilla
del Atlántico. En fin, sigamos.
Y es que, según cuentan, había
tantas luces por todas partes, bien colocadas en el suelo o luciendo en lo
alto, y ordenadas con tan inteligente disposición e inclinación de unas con
respecto a las otras formando cuadrados y círculos, que pocos espectáculos
fueron tan bellos y dignos de contemplación como aquél de las luces.
En
fin, lo dicho, que Cleopatra era una Abel Caballero avant la lettre.
Hasta
aquí lo que pasó cuando Antonio fue para el barco de Cleopatra. En la próxima
entrada, veremos cuál fue la respuesta de Antonio a este desplieguen lumínico
de la egipcia.
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