viernes, 18 de agosto de 2023

LAS FUENTES TAMÁRICAS EN VELILLA DEL RÍO CARRIÓN

 


 Estuvimos ayer en las Fuentes Tamáricas que están en Velilla del Río Carrión, bella localidad palentina que nos abre el camino para lo que se conoce como “carretera de los pantanos” pues son varios los que podemos contemplar si la emprendemos. Empezamos por el de Compuerto, pasamos por el de Camporredondo y terminamos con el de Ruesga. En total 54 kilómetros de curvas que nos llevan por los pies de los dos gigantes palentinos: el Espigüete (2450 m de altura) y el Curavacas (2520 m. de altura) y que nos hacen recorrer los pueblos que siguen: Otero de Guardo, Camporredondo de Alba, Cardaño de Abajo, Cardaño de Arriba, Alba de los Cardaños, Triollo, La Lastra, Santibáñez de Resoba, Ventanilla, Ruesga y mi muy querida Cervera de Pisuerga. Pero me he ido del tema.

         Os estaba contando que en Velilla podemos admirar las Fontes  Tamarici ( debemos recordar que fons, fontis, en latín, es masculino) y ese adjetivo (tamaricus) hace relación a los tamáricos, tamaricos, camáricos o camaricos que fueron una de las tribus pertenecientes a la Cantabria antigua que no se correspondía con la actual Cantabria (basada en la antigua provincia de Santander o, como tradicionalmente se la ha conocido, La Montaña pues la montaña era de Castilla, siendo Santander una ciudad tan castellana como Valladolid o Ávila), sino que era mucho mayor ( ¡por Dios, que no se entere Miguel Ángel Revilla!). La extensión de los tamáricos llegaría desde la montaña palentina hasta la Vega del Carrión (Saldaña) y desde Cervera de Pisuerga hasta Cistierna y Sahagún, ya en la provincia actual de León. Los tamáricos eran un matriarcado pues eran las mujeres las que se dedicaban a la agricultura y a la ganadería y los hombres, a la guerra. Pero vamos a dejar a los tamáricos con la promesa de dedicar una entrada a los límites antiguos de los pueblos cántabros que ocupaban parte de la Asturias actual, norte de Burgos y norte de Palencia hasta Pisoraca, la actual Herrera de Pisuerga.

         Como os he empezado contando, ayer estuvimos en las Fuentes Tamáricas y, para saber algo de ellas, tenemos que recurrir a Plinio el Viejo que dice lo que sigue en su libro XXXI de su Historia Natural.

(…) et in Cantabria fontes Tamarici in auguriis habentur. tres sunt octonis pedibus distantes, in unum alveum coeunt vasto amne. singuli siccantur duodenis diebus, aliquando vicenis, citra suspicionem ullam aquae, cum sit vicinus illis fons sine intermissione largus. dirum est non profluere eos aspicere volentibus, sicut proxime Larcio Licinio legato pro praetore post septem dies accidit. in Iudaea rivus sabbatis omnibus siccatur.

Las Fuentes Tamáricas, en Cantabria, son consideradas como un augurio. Son tres que distan ocho pies y que se juntan en un solo lecho que tiene gran abundancia de agua. Suelen estar secas durante doce días y, algunas veces, durante veinte sin ningún rastro de agua aunque una fuente cercana a ellas  mana abundantemente y sin interrupción. Es de mal agüero, para los que las quieren ver,  que no corran como, hace poco, le pasó a Larcio Licinio, un legado pro pretor, que murió a los siete días.

Plinio el Viejo. Naturalis historia, XXXI, 23

 

         La historia no deja de ser curiosa y me recuerda esta fuente intermitente a la Fuentona de Ruente en donde dicen que una Anjana, según su capricho y gusto, deja o no deja fluir las aguas. En ambos casos, merece la pena el viaje porque el paisaje que nos rodea es idílico. Que tengamos la suerte o no de ver manar el agua depende, en el caso palentino, de nuestro hado y, en el caso de Cantabria, de la santa voluntad de la Anjana o de Revilla que, a lo peor, algo tiene que ver también con que la Fuentona mane o no mane.

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