Pues
vamos a ver lo que pasó después y cuál fue la respuesta del romano:
Τῇ δ' ὑστεραίᾳ πάλιν ἀνθεστιῶν
αὐτήν, ἐφιλοτιμήθη μὲν ὑπερβαλέσθαι τὴν λαμπρότητα καὶ τὴν ἐπιμέλειαν, ἀμφοῖν δὲ
λειπόμενος καὶ κρατούμενος ἐν αὐτοῖς ἐκείνοις, πρῶτος ἔσκωπτεν εἰς αὐχμὸν καὶ ἀγροικίαν
τὰ [27.2] παρ' αὑτῷ. πολὺ δ' ἡ Κλεοπάτρα καὶ τοῖς σκώμμασι τοῦ Ἀντωνίου τὸ
στρατιωτικὸν ἐνορῶσα καὶ βάναυσον, ἐχρῆτο καὶ τούτῳ πρὸς αὐτὸν ἀνειμένως ἤδη καὶ
κατατεθαρρηκότως. [27.3] καὶ γὰρ ἦν ὡς λέγουσιν αὐτὸ μὲν καθ' αὑτὸ τὸ κάλλος αὐτῆς
οὐ πάνυ δυσπαράβλητον οὐδ' οἷον ἐκπλῆξαι τοὺς ἰδόντας, ἁφὴν δ' εἶχεν ἡ
συνδιαίτησις ἄφυκτον, ἥ τε μορφὴ μετὰ τῆς ἐν τῷ διαλέγεσθαι πιθανότητος καὶ τοῦ
περιθέοντος ἅμα πως περὶ τὴν ὁμιλίαν ἤθους ἀνέφερέ τι [27.4] κέντρον. ἡδονὴ δὲ
καὶ φθεγγομένης ἐπῆν τῷ ἤχῳ· καὶ τὴν γλῶτταν ὥσπερ ὄργανόν τι πολύχορδον εὐπετῶς
τρέπουσα καθ' ἣν βούλοιτο διάλεκτον, ὀλίγοις παντάπασι δι' ἑρμηνέως ἐνετύγχανε
βαρβάροις, τοῖς δὲ πλείστοις αὐτὴ δι' αὑτῆς ἀπεδίδου τὰς ἀποκρίσεις, οἷον Αἰθίοψι
Τρωγλοδύταις Ἑβραίοις Ἄραψι Σύροις Μήδοις Παρθυαίοις. [27.5] πολλῶν δὲ λέγεται
καὶ ἄλλων ἐκμαθεῖν γλώττας, τῶν πρὸ αὐτῆς βασιλέων οὐδὲ τὴν Αἰγυπτίαν ἀνασχομένων
παραλαβεῖν διάλεκτον, ἐνίων δὲ καὶ τὸ μακεδονίζειν ἐκλιπόντων.
XXVII.
Al día siguiente, queriendo a su vez agasajarla, Antonio puso todo su empeño en
superar el esplendor y la elegancia de la invitación, pero quedó por detrás en ambas cosas y, al ver que había sido vencido en
amabas pretensiones, se puso el primero a gastar bromas sobre la pobreza y
tosquedad de su recepción.
Es
decir, que el romano, viéndose vencido, se pone a hacer chistes como si la cosa
no fuera con él. Pero atentos a lo que viene:
Cleopatra se dio cuenta, por sus
bromas, de lo mucho que tenía Antonio de vulgar soldado y usó ya con él el
mismo tono con total libertad y confianza.
Más claro imposible. Cleopatra, como
diría un castizo, le caló a Antonio que más un miles gloriosus era un chusquero al que le gustaban las bromas cuarteleras
que podían estar bien para sus soldados, pero no para tratar con una dama. Sin
embargo, Cleopatra, que manejaba innumerables registros, se convirtió, si me lo
permitís, en una María de los Guardias y se puso a la altura (o bajura, según
se mire) del romano. Y es que a cantinera de cuartel tampoco nadie aventajaba a
la reina de la muy macedónica estirpe de los Tolomeos. Pero no es creáis que
todo esto fue improvisado por la muy sabia mujer, sino que todo, la performance
del río, las luces de don Abel Caballero y el convertirse en una María de los
Guardias, estaba muy pero que muy preparado. Y es que de tonta no tenía un
pelo.
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