Hacia
mediados de este mes que se acaba, andaban casi todos los pueblos de España en
fiestas, bien por la Asunción, bien por San Roque, santo muy querido pues es el
abogado contra la peste. Vamos a ver un poco de la Asunción de Nuestra Señora.
Desde, aproximadamente, el siglo IV, la
liturgia oriental recoge una fiesta conocida como el Recuerdo de María en la que se celebraba la entrada en el cielo de
la Virgen María, pero una entrada en cuerpo y alma. ¿Cómo pudo ser este
tránsito? Pues para no hacer pasar a la Virgen por el paso de la muerte, que sí
que lo atravesó su Hijo, en el siglo VI, se empezó a hablar de la dormición de
la Virgen (κοίμησις). Para los
teólogos, el que ascendiera sólo su alma o que fuera asunta en cuerpo y alma no era asunto baladí pues, al morir, es nuestra alma la que
va al cielo, pero el cuerpo queda en la tierra esperando la resurrección del
final de los tiempos y el barro mortal se ve sometido a un proceso de descomposición.
Se pensó que María, que ya había sido dotada por Dios de otra gracia como la
del nacimiento sin pecado pues sin pecado había sido concebida (Inmaculada
Concepción de María), no tenía que esperar hasta el final de los tiempos y así
Dios la elevó (assumere y assumptio, en latín, revelan que la
persona es elevada, no que se eleva por sus propios medios que es ascendere) hasta el cielo con su cuerpo
y con su alma. Para que lo entendáis mejor, ese aparato que nos sube hasta los
pisos lo llamamos ascensor porque sube por sus propios medios y en la palabra
vemos la raíz ascen + el sufijo de agente -tor o –sor. Suponemos que el cuerpo,
en la Gloria, ya será el cuerpo glorioso
del que disfrutó Cristo después de su Resurrección.
El
tema de la dormición ha dado lugar a numerosos cuadros en los que se ve a la
Virgen en la cama en el momento del Tránsito (en tiempos, era un nombre de
mujer que se apocopaba en Transi)
Lo
curioso es que no fue dogma de fe hasta hace cuatro días, más en concreto el 1 de noviembre de 1950 cuando el Papa Pío XII
publicó la constitución apostólica Munificentissimus
Deus, que podríamos traducir como generosísimo
Dios pues fue todo un rasgo de generosidad por parte de Dios el hacer a la
Virgen este singular regalo.
Así dice en latín la
constitución apostólica en la que se puede apreciar el plural mayestático en el
que escribe el papa pues utiliza nos
en lugar de yo (ego):
Quapropter, postquam
supplices etiam atque etiam ad Deum admovimus preces, ac Veritatis Spiritus
lumen invocavimus, ad Omnipotentis Dei gloriam, qui peculiarem benevolentiam
suam Mariae Virgini dilargitus est, ad sui Filii honorem, immortalis saeculorum
Regis ac peccati mortisque victoris, ad eiusdem augustae Matris augendam
gloriam et ad totius Ecclesiae gaudium exsultationemque, auctoritate Domini
Nostri Iesu Christi, Beatorum Apostolorum Petri et Pauli ac Nostra
pronuntiamus, declaramus et definimus divinitus revelatum dogma esse :
Immaculatam Deiparam semper Virginem Mariam, expleto terrestris vitae cursu,
fuisse corpore et anima ad caelestem gloriam assumptam.
Que viene a ser en castellano:
Por tanto, después
de elevar a Dios muchas y reiteradas preces e invocar la luz del Espíritu de la
Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su
peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y
vencedor del pecado y de la muerte; para acrecentar la gloria de esta misma augusta
Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, por la autoridad de Nuestro
Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y por la
nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma de revelación divina
que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su
vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste.
En
fin, supongo que la mayoría de los cofrades de las innumerables cofradías que
han dado vivas a la Virgen durante estos días no saben de esta misa la media,
pero no tiene importancia. Tampoco tiene por qué saberlo las numerosas
Asunciones que celebran su santo el 15 de agosto o unas pocas Transitos (Transi
para los amigos) que, en igual día también han estado de santo porque para amar
a Nuestra Señora no hace falta saber teología como no hace falta, para amar a
nuestras madres, novias o esposas haberse leído gruesos libros sobre la teoría
del amor. El amor se siente y se vive y por eso, permitidme que cierre esta
entrada con un ¡viva la Virgen!
El
cuadro que ilustra la entrada es de Anibale Carracci, un pintor que me encanta.
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